Teresa Gil
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La Revolución ciento trece años después. Algo ha cambiado en el país en estos últimos años, si bien en lo que dejaron tardará mucho para que pueda haber un equilibrio ¿Que espíritu movía a los que se apropiaron de la Revolución e hicieron el gran negocio? Desde la altura en la que se colocaron, como burgueses que nadaban en riquezas, no fueron ciegos para ver a los millones de pobres que se iban creando, porque no era su deseo hacerlos notar. Total el evangelio que muchos de ellos conocían, sostiene que siempre va a haber pobres en el mundo. La miseria extendida por todo el país con resoluciones y acuerdos que calmaban a la población, mientra ellos enviaban a sus hijos a estudiar al extranjero o a las lujosas escuelas privadas, se veía como surgían los junior en el poder. Todo eso lo hemos visto y vivido durante décadas y era sentido por la nación como natural y normal porque así se fue creando la idea entre la gente. Gobernaba el neoporfirismo. Los que dieron su vida por la Revolución Mexicana de 1910, nunca se imaginaron que la fecha que la conmemora solo les servía y sirve a muchos todavía, para gozar un gran puente vacacional o contemplar el desfile de uniformados. Los ideales de un pueblo que se alzó para cambiar las cosas, había quedado en el pasado. Todavía en el sexenio anterior, una actriz creada por un gran consorcio, se daba el lujo de presumir una casa de 8 millones de dólares pagados por su esposo el presidente, con dinero público. Ante esa cercanía en lo que terminó en muchos sentidos la Revolución a partir de un sistema, ¿Que podía hacer este sexenio?
MUCHAS COSAS HAN MARCADO UN CAMBIO, PERO APENAS ES EL INICIO
Para muchos, el cambio iba a ser inmediato y ha habido reproches. Pero no se ha profundizado en lo que dejaron, que precisará décadas para buscar un nivel. Por lo pronto se ha creado una nueva visión de estado que es la que quieren cambiar los que pujan para volver a lo anterior. Esta visión de estado plantea en primer lugar la equidad entre la gente, nada de rapiña, mejores salarios, apoyo a desvalidos y a jóvenes para su futuro, y a tercera edad, desarrollo de áreas olvidadas, presupuestos más justos y un sin fin de cosas que se van reajustando. La patria volverá ser para todos. A principios de los veinte del siglo anterior Ramón López Velarde decía que después “de los años del sufrimiento”, la patria se había recluido y se había hecho interna. Patria para cada cual. ¿Cómo festejar un movimiento que conmocionó al mundo y cimbró las estructuras de un anquilosado gobierno, cuando las cosas quedaron iguales cien años después y en los últimos años se ha tratado de rescatar lo que no fueron capaces de salvaguardar los anteriores ? Para donde quiera que miramos quedó el desastre y el recuerdo del zacatecano aparece: En el petróleo que quedó totalmente entregado al diablo, las minas en manos de extranjeros y parte de la superficie del país con maíz transgénico, contaminado por Monsanto. La Suave Patria nos vuelve la cara interrogante y la gran mayoría rehuyen su mirada comprando naderías en el Buen Fin. El relámpago verde de los loros del que tanto se ufanaba el poeta, junto con las garzas en desliz, ¿serán ahora -como una herejía-, los pajarracos de los transas que se movilizan para volver a dar el zarpazo al presupuesto?
LÓPEZ VELARDE Y LA SUAVE PATRIA EN LOS 113 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN
Sacrificado el país ante los extranjeros cuando él vivía, su obra poética la vivió en buena parte en función de la Patria. Ramón López Velarde del lingüista Raymundo Mier ( Ediciones Terra Nova del CREA 1985, de la serie Grandes maestros mexicanos) hace un recorrido profundo sobre la obra en general, poesía y prosa del poeta, buena parte de la cual incorpora, después de hurgar en sus influencias, sus orígenes y las opiniones que lanzaron de él Gabriel Zaid, José Ermilo Pacheco y Octavio Paz entre otros. Enternece su poema Treinta y tres por sus 33 años cumplidos en 1921, en el que se refiere a la edad de Cristo, pero como orientalista que era, expresa preferencias por Mahoma. Poco después murió a esa edad, en junio de ese año, de una pulmonía. Otros dejan en el enigma la causa real de su muerte. Contó el escritor José Luis Martínez, que la noche anterior, sin abrigo, después de asistir al teatro, se resistía a retirarse porque quería concluir una discusión sobre Montaigne. Si viviera, ¿trataría de raptarse a la patria, “entre los tiros de la policía” o nos pediría que la raptáramos nosotros para salvarla de la derecha? López Velarde fue un poeta modernista que transitó toda la etapa revolucionaria, uno de los grandes, al que se intentó convertir en el poeta nacional allá por 1975. No se logró, pero de hecho lo es. Y ante la Revolución que fue, que no defendimos en muchas décadas. pero que ahora está aquí, para recuperala, valdría redimirnos a él y pedirle en constricción por el olvido, como él le pedía a Fuensanta en su poema Hermana hazme llorar. Y decirle:
Poeta:
Dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.