Las manos que se mancharon en el poder deben ser expuestas. Limpiar el pasado puede llevar a un nuevo país
Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
“¡Lejos de mi, esta horrible mancha”!. La obsesión de Lady Macbeth sobre presuntas manchas en sus manos, suele trascender sobre aspectos mas llamativos de la obra de Shakespeare. Es algo tan enfermizo que hasta su propio médico prefiere recomendar mejor un sacerdote. La insistencia por lavarse las manos para eliminar el olor de la sangre y las manchas, han sido la expresión más acusada de la culpa que ha transitado los escenarios mundiales a lo largo de siglos. La traición y el crimen se reflejan en sus manos. La situación actual, nos ha llevado también a un obsesivo lavar de manos. Ha sido una de las medidas reiterativas de las autoridades de salud. Ha sido tan persistente señalar el lavado de manos, que ya hay especies de pequeños tratados sobre como dejar limpias las extremidades de nuestro cuerpo que en muchos casos eran olvidadas. Fueron causa, entonces, de muchas de las contaminaciones que la gente adquiere, en ese deambular de dedos que transitan por todas partes. Dejarlas sucias, ha sido la traición a nuestra propia naturaleza. Los símbolos de la traición criminal que señala el Cisne de Avon en su obra Macbeth (Editores Mexicanos Unidos 2013), profundizan en las manos de la esposa de Macbeth, el remordimiento de un ser sensible pese a que fue ella la que planeó el crimen del rey Duncan. El suyo ya es un asunto mental rayano en la locura.
BORRAR LAS MANCHAS DEL PASADO, ¿PERMITIRÁ CAMBIOS EN EL PAÍS?
La Consulta Popular del primero de agosto, sometida a muchas opiniones, deja claro para una gran mayoría, que el ejercicio democrático pone en movimiento por primera vez, la opinión del pueblo. Es la confirmación en presencia, del artículo 39 constitucional. Pero más allá de intervenir directamente en la posibilidad de una justicia que hasta la fecha no se ha dado, es el deseo de lavar, extirpar manchas que impiden el nuevo curso de un país. Lavar simbólicamente no solo las manos de los presuntos, sino las huellas de todo lo que dejaron y que seguirá manchando al país, en tanto esos personajes no sean expuestos. Los escépticos han dicho de muchas maneras que es una movilización inútil, con un gasto innecesario, pero el solo hecho de que que la consulta deje en evidencia quienes eran realmente los que tenían en sus manos el destino del país, ya aclara en las mayorías una nueva perspectiva de país. Si la consulta no provoca ninguna reacción, ningún cambio importante, entonces esos escépticos tendrán la razón. Mientras tanto, apabullados por una exhibición de imágenes en todo el país, los ex presidentes mencionados Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, entran tal vez ellos mismos en considerar la consulta una dicotomía de lo inútil por un lado, pero por otro, la certeza preocupante, de que algo puede pasar.
MACBETH COMO ADVERTENCIA ANTE EL PODER, PERO TAMBIÉN EN EL HUMORISMO
La obra shakesperiana Macbeth ha sido tratada desde diferentes enfoques, pero el excelente satírico estadounidense que fue James Turber ( 1895-1961), la utilizó para criticar las variantes inductivas de la novela policial, allá a mediados del siglo pasado. Con un breve cuento El misterio de los crímenes de Macbeth (Los policíacos involuntarios Editorial Arte y Literatura, la Habana 1981) entre los muchos que escribió, ensayos y dibujos humorísticos, pone en evidencia los diversos resultados criminales que puede provocar la obra, si no se analiza a fondo la verdadera propuesta del inglés. El narrador, se refiere a una mujer estadounidense a la que coloca en su sátira por ser de esas obsesionadas por la novela policial, que le habla de las opciones de los personajes que pudieron cometer el crimen del rey Duncan en esa obra de crimen y traición. Incluso en una postura humorística, la mujer le responde que ella no cree que los Macbeth hayan cometido el crimen y que esa escena en la que lady Macbeth camina dormida con una vela, no es posible, porque los sonámbulos no usan velas para caminar dormidos y que ella está fingiendo para apoyar a su marido sospechoso del crimen. Sigue la sátira hasta que ambos quedan convencidos que el asesino pudo haber sido un hombre disfrazado de una de las brujas de la obra. El cuento plantea desde su humorismo algo que puede ocurrir en los hechos actuales, en los que se mencionan diversas perspectivas en los resultados. Por eso se está llamando a recalcar el SI.