Teresa Gil
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No hay que suicidarse en estos días de marzo, cuando la primavera llega a aposentarse en busca de esperanzas. El dramaturgo asturiano Alejandro Casona, que nació el 23 de marzo, demostraba que aspiró mucho de esa estación y llamaba a no suicidarse. Pero irremediablemente el cercano suicidio del PRI está anunciado. Con la representación en una persona, Alejandro Moreno Alito, el final se acelera en los últimos acontecimientos cuando se niega nada menos que a votar a favor de que la soberanía de nuestro país se fortalezca, con nuevas protecciones constitucionales. Y Alito se enfrenta como en un final trágico de novela, a lo que es la pobre representación de toda una historia, la del PRI. Moreno lo hizo días después de que llamó a la ex militancia priísta desparramada por muchos lugares, a reintegrarse a ese partido. Hasta este momento no se sabe la respuesta, pero todo parece indicar que será nula. En tanto, el ahora dueño del ex partidazo, está en la lista de dos, para ser sometido a juicio político junto con Cuauhtémoc Blanco y ser desposeído de su representación legislativa. A toda esa delicada postura en la que está, el señor ha respondido con burlas.
POR LO GENERAL LA VIDA QUE SE VA ACABANDO, LLEVA A UN SUICIDIO NATURAL
Los acontecimientos rebasan la reflexión porque vienen de todo el mundo. Cuesta trabajo procesar los anuncios de una posible tercera guerra a la par que Ucrania acepta discutir la posibilidad de paz, y al mismo tiempo se anuncian aranceles a diestra y siniestra. La muerte de una mujer cuestionada como Wallace, da pena, al mismo tiempo que estremece el descubrimiento de campos de exterminio en Jalisco; solo unos datos. Y lo curioso es que en este torrencial de noticias siempre aparece como una especie de reiteración para los mexicanos la historia del PRI, en la persona de quien lo detenta en este momento. La larga historia que cubrió al país durante tantas décadas, está por culminar como en esos seres que se quitan la vida ante el cierre de toda perspectiva. En las elecciones presidenciales de 2018 cuando ya tenía corta representatividad, el PRI se derrumbó al tercer lugar a la par que se anunciaba el suicidio de 83 mil personas que fueron muriendo por obra propia, a los largo de 16 años, tiempo en el que el gran partido fue cercenando su vida. Alito se sumaba ya, a un grupo muy mermado de priístas.
HAY DIVERSAS FORMAS DE SUICIDARSE. UNA DE ELLAS, SEGUIR VIVIENDO
Hay organismos políticos, incluso humanos, que dejaron de ser hace tiempo. Algunos se aferran a la vida; otros, porque sus creencias les impiden irse. Al respecto la tragicomedia del español Alejandro Casona Prohibido suicidarse en primavera que ya hemos comentado en otra ocasión, puede mirarse desde esos dos ángulos, uno de ellos festivo. El suicidio se trata en estas fechas y no tanto en el mes de septiembre cuando se celebra El día mundial de la prevención del suicidio. La obra del español convoca a más información y en reiterada anuencia, repito un párrafo que ratifica que en el mundo de los pensadores, artistas, escritores y poetas, el desprendimiento de su propia vida, es común. El suicidio ha sido un tema literario muy abordado, escribí a la par que Casona se preparaba a ser leído, a partir del 21 de marzo. Y es en ese ámbito por lo general de ficción, en donde se dan buena parte de los suicidios reales de famosos autores. Las formulas para ejecutarlo son diversas, el veneno, el puñal, el ahorcamiento, la muerte por agua que escogieron Virginia Wolf y Alfonsina Storni. Por ese camino sin retorno se fueron el poeta argentino Leopoldo Lugones, el uruguayo Horacio Quiroga, los mexicanos Manuel Acuña y Jorge Cuesta, los estadounidenses Sylvia Plath, Ernest Hemingway y Jack London, el italiano Césare Pavese -que escogió el ejemplo de uno de sus personajes- el austriaco Stefan Zweig, el japonés Mishima, el ruso Maiakovski y decenas y decenas. Escogimos la obra de Alejandro Casona, asturiano que se exilió en México y en Argentina y que representó Prohibido suicidarse en primavera (Editorial EDAF, 2010, España) en el teatro Arbeu de la Ciudad de México en 1937, por el mensaje que envía su tragicomedia: el amor a la vida se recupera a partir de la risa y la risa es la felicidad.
EL CUIDADO DE LA SALUD, LA BUENA ATENCIÓN Y UN EJEMPLO DE ALEGRÍA
De acuerdo a Casona, un médico ha creado el Hogar del suicida para ayudar a quienes están en ese trance. Personajes esquemáticos van desfilando con distintos problemas, pero un día aparecen por error dos reporteros Fernando y Chole, seres alegres y bromistas que al entrar en contacto con los pacientes, van impregnando de un anhelo de vida a varios de ellos. Ante la perspectiva de un cambio, se vislumbra otro panorama. Los miles de jóvenes que por depresión, angustia, soledad, pobreza, se quitaron la vida en un arranque en México, quizá tendrían hoy otra visión de la vida. Casona fue un autor que formó parte de la generación española del 27 y quien, al represar a España, dio un viraje en varias fórmulas del teatro. Murió en 1965. Tendría 122 años. Aquí dejó como buen recuerdo su obra La dama del alba, que fue llevada al cine en 1949 dirigida por Emilio Gómez Muriel, con el papel magistral de María Douglas representando a la muerte. Muerte que dejó de lado, a aquellos que si deseaban vivir.