El machismo es milenario, pero actualmente lo estimulan algunas mujeres en sus entornos.
Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
Los millones de lectores de la Biblia, saben que hay una condena permanente a partir de Eva, hacia la mujer. Esa idea es larga y tendida a través de la historia y los sistemas, los pensadores, y sobre todo la iglesia dominante, la católica, fueron creando en torno a la mujer un concepto de minusvalía que se expresó en leyes, formas de vida, estructuras económicas y sobre en costumbres impuestas a partir de creencias. Los valores religiosos son los que más pesan en la vida de las mujeres, porque aunque protesten y justamente reclamen, se siguen apoyando en conceptos religiosos de virginidad, de vestiditos blancos, de monogamia.
Los cambios y advertencias dadas por mujeres avanzadas en las épocas, fueron estimulando otra forma de pensar, pero las supraestructuras como lo sostienen los marxistas, son más difíciles de eliminar. En Cuba me decían a mi muchas mujeres la forma como padecían ese machismo milenario que acuñaron las iglesias, pese a una Revolución que se había hecho y a los cambios culturales de gran alcance de esa nación. El machismo que plantea una cápitis diminutio, se refleja en salarios, en tratos públicos, en oportunidades, por más que muchas que han superado todo eso, estén ya al mismo nivel y a veces superior a muchos hombres. Y lo vemos en el gabinete actual, en donde son mujeres las que encabezan las cuatro secretarías más importantes, Gobernación, Seguridad, SEP y Petróleo.Y en la CDMX también una mujer.
EL MACHISMO EN LAS FAMILIAS, QUE LAS FEMINISTAS NO ANALIZAN
Son clásicas las historias y el cine las ha multiplicado, de las madres que favorecen a los hijos varones en contra de las hijas mujeres. Los estudios, las oportunidades fueron dejadas en su momento para el hijo varón y a la mujer la redujeron a la casa, al matrimonio, a criadoras de hijos. Los cambios mundiales, el arribo de las mujeres a todo tipo de puestos y aspiraciones, no ha eliminado esa larga secuela de siglos. En la iglesia católica ya mencionada, no hay mujeres sacerdotas, ni obispas ni cardenalas, ni otros prelados de alta alcurnia. Las mujeres se usan como seres de reclusión, de amanuenses de curas, por más que se habla de que hay mujeres de muy alta calidad en esos entornos que encabezan universidades, organismos diversos, empresas, pero todo gira en atributo a una iglesia de varones que preside un papá y curas hombres.
CUANDO SE CULPA HAY QUE HACER AUTOCRÍTICA: ¿QUE HA HECHO EL FEMINISMO?
En el país el feminismo está oficializado desde hace tiempo, aunque los movimientos que lo encabezan se lancen contra él. Inmujeres es una dependencia del ejecutivo que ha propuesto programas y ha tenido un amplio presupuesto desde gobiernos anteriores cuando los feminicidios se hacían públicos y digo públicos porque estos siempre han existido. Todos tenemos historias en nuestros barrios sobre hombres que buscaban a mujeres que los habían dejado, para matarlas. Los datos también son largos y tendidos pero no se denunciaban como tales, sino como simples homicidios de odio y venganza. Algunas de las feministas que encabezan estas luchas, han estado en forma permanente en presupuestos federales y ahora en estatales y son muchos los viajes, encuentros, congresos que ellas han realizado con presupuestos públicos.
Los nombres pueden aflorar si se investiga. Mientras, los feminicidios iban en aumento al menos en su publicidad, porque siempre habían estado ahí, ¿que hicieron para impedirlo? Culpar a un gobierno de todas las desgracias que ocurren al sector femenino, aunque hay muchos que no están de acuerdo en esa acusación, es equivocado y en cierto sentido irracional, dado que este gobierno tiene dos años y unos meses y antes predominó un sistema más de 80 años, con una derecha incrustada que se oponía y opone a toda forma de liberación de la mujer. Es importante volver a leer la Biblia -muchas ediciones y una biblia latinoamericana además-, analizar los viejos patriarcados que dan vida todavía a los conceptos de las iglesias y retomar su lectura, como un libro histórico no sagrado sino como una sola recapitulación de una historia que enseña lo que ocurrió.