jueves, marzo 28, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: Amor al revés es Roma ¡Viva México!

Teresa Gil

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

Que bonito que en medio de tantas calamidades, se anuncie desde el extranjero que uno de nuestros mejores cineastas Alfonso Cuarón ganó un premio más. Es un honor para todos. Ahora, la película Roma, de la mano de Netflix, se pasará por distribución digital a todo el mundo, aparte de la exhibición en pantallas,  y se conocerá el intríngulis íntimo de una familia mexicana. Solo he visto hasta ahora un  tráiler de la obra y éstos suelen decir poco. Veré en su  momento la película, que ya ha sido exhibida en algunas salas en estos días, pero que se estrenará realmente -después de Netflix, en Estados Unidos-, allá por noviembre o diciembre. Muy bonito y se entiende que se llame Roma, no porque el festival donde ganó se haya escenificado en Italia y su prestigiado festival de cine de Venecia, sino porque el cineasta creció en la colonia Roma. Si yo fuera cineasta -está pelón dirían los albureros-, hubiera escogido un nombre mexicano para promover en el extranjero -frente al descrédito que han creado los políticos, de nuestro país-, un  prestigio propio en talento. O quizás, en lugar de dedicarle el filme a su niñera indígena  Libo, en el festival, hubiera ostentado el  nombre de su etnia, bello y sonoro en la película, como lo hacen en lenguaje propio otros cineastas.

 

EL NOMBRE NOS LLEVA A TODOS LOS CAMINOS ROMANOS

Cuarón creció en una familia de muchas mujeres como suele suceder en México, lo que con  menosprecio ve la iglesia católica, que se pronuncia por la familia convencional. El  niño que era el ahora cineasta de 56 años, fue atendido también como suele pasar en las clases medias, por mujeres de servicio que despliegan su afecto y atención en hijos que no son suyos, pero que éstos llegan a querer como a sus verdaderas madres. Así dice Cuarón que recuerda a Libo, su niñera. El filme transcurre en las vivencias  del asolado mundo de los setenta del siglo anterior, con golpeadores halcones -como ahora con los porros-,  y todas las calamidades que  se desencadenaron en esa década. Está tan bien armado el argumento, que fue declarado en el festival el ganador del León de Oro. Como parte de una de las grandes culturas de la humanidad, Roma como Grecia, siempre están presentes en  nuestras vidas, no solo como herencia histórica de sus grandes aportes, sino en la lengua, la música, la literatura, el derecho, la pintura, etcétera.  Es impresionante el número de escritores que han  utilizado el nombre para sus libros – de más, me parece-, en sus filmes, en sus distintas obras. Por la cercanía con la fecha del sismo del 19 de septiembre de 2017 en México, busqué una fecha crucial en Italia, país de serias fallas tectónicas que ha experimentado sismos de gran fatalidad  -en 1908 murieron 120 mil personas en el sismo que experimentaron Messina y Reggio en Calabria y 32 mil 500 en Avezzano en 1915-  y los movimientos suelen darse más constantemente que en México. Pero ese sismo crucial que yo buscaba y que originó una novela y un filme, Roma a las cinco, no lo encontré. Son tan apabullantes los títulos de Roma, que se pierden en el olvido.

 

DE ROSSELLINI, ROMA, CIUDAD ABIERTA, EL GRAN CLÁSICO DEL NEORREALISMO

Un filme que fue clave para exhibir al mundo las atrocidades del fascismo, es Roma ciudad abierta -1945-, que Roberto Rossellini realizó a partir de las terribles  vivencias del sacerdote Luigi Morosini  brutalmente asesinado y  que el propio Rossellini  escribió en un trabajo de cine en el que se auxilió de otro gran monstruo, Federico Fellini. El filme está considerado con Ladrón  de Bicicletas (1948), también de la posguerra, de Vittorio de Sicca, los dos más grandes filmes sobre el tema. Estos directores, eran además de cineastas, como Cuarón, escritores y muchos de sus filmes era armados a partir de sus escritos. Roma, ciudad abierta destaca la virulencia criminal exacerbada durante la Segunda Guerra Mundial por Hitler y Mussolini y las torturas y asesinatos de sus personajes. A excepción de Anna Mgnani y Aldo Fabrizi, y uno o dos actores más, el italiano escogió a actores desconocidos, como lo hizo Cuarón en su filme Roma. No hay comparación, quizá como no sea el nombre y los temas devastadores de un  entorno, pero la obra de Cuarón tal vez puso el acento en  nuestro país, -como aquel filme en Italia y el fascismo-, con su creatividad, acento que  no puso en el nombre.

 

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