Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
México puede renacer, como las tortugas golfinas que están en proceso de recuperación, después de haber sido desahuciadas. El milagro que se está dando en esa especie que estaba en peligro de extinción, puede darse en países como el nuestro, desahuciado en muchos aspectos, con la eliminación de las lacras que lo han afectado. En el caso de esa tortuga que tiene sus santuarios en Michoacán y Oaxaca, el cuidado amoroso de científicos y una nueva visión de las comunidades ribereñas en las que se aposenta, la está librando de una desaparición segura. El hecho es una gran noticia, aunque muchos no lo comprendan aún. La propia naturaleza entiende las luchas que se dan para conservar una especie y pone algo de su parte. Ese quelonio ha sido agredido desde todos los puntos de vista y apenas sobrevive en un bajo porcentaje; el ser humano es el principal depredador al saquear los huevos para la venta, ante un consumidor igual de inconsciente. He visto en muchas playas y puertos importantes, la venta clandestina del huevo de tortuga y la indiferencia de las autoridades ante vendedores cotidianos que en botes y canastas ofrecen el producto del ovíparo. Lo mismo pasa con otras especies de las que se depreda incluso el caparazón para hacer adornos o artículos de mercería. En Sonora se instaló desde hace mucho tiempo la veda de tortuga caguama, pero el saqueo sigue. Miles mueren en las playas del país cada año, porque entran en las redes de los pescadores de camarón. Estudios recientes ordenados por el Departamento de Estado en el vecino país, advierten de la frágil existencia de ese quelonio y las cercanías de su extinción. Esa especie y otras tortugas son explotadas por su carne. Yo recuerdo en mi niñez a las caguamas que se arrastraban en el patio de la casa vecina, en espera de ser degolladas para cocerlas, ponerlas en el caparazón invertido y sacarlas a la venta en los mercados. Era una práctica común en todo el norte que por desgracia no ha desaparecido, porque de nada sirven las disposiciones y leyes, si los que ejercen el poder y la corrupción siguen siendo los mismos. México ha sido privilegiado por la naturaleza en esa especie y tiene los ejemplares más bellos del mundo, sobre todo en tortuga marina. Pero de las siete especies que existen, seis están en peligro de extinción, entre ellas la famosa laúd, que llega a medir hasta dos metros de largo. Entre otras en la antesala de la desaparición, están la carey y la lora. El ejemplo de la golfina abre los ojos a las comunidades y al pueblo en general, que pueden ser sus verdaderos protectores. Solo un cambio real en el país, puede hacer renacer la naturaleza y nuestra vida ¿En que estaría pensando Federico García Lorca cuando se refirió en su Pequeño vals vienés, a la danza que sueña la tortuga? Es uno de los poemas de Poeta en Nueva York, que por cierto fue adaptado por Leonardo Cohen gran admirador de Lorca y lo estrenó en la televisión española en 1988 en una hermosa y significativa canción. Emilio Carballido le modificó a una de sus comedias el nombre original y utilizó la frase del poeta granadino, para titular La danza que sueña la tortuga a su obra de teatro premiada en 1955. Quizá por su curiosa y extraña apariencia y sus características que han valorado los fabulistas- Esopo la utiliza varias veces-, la tortuga ha sido tema histórico, artístico y filosófico. Zenón de Elea pugnaba siempre por el triunfo de la tortuga frente a una desquiciada liebre en su concepción del tiempo y el espacio, aunque su verdadero personaje frente al quelonio, fuera Aquiles. La danza que sueña la tortuga (Fondo de Cultura Económica 2012), es una más de las obras de Carballido en las que se exhibe y profundiza sobre la vida de las clases medias y altas de Veracruz, en este caso de Córdoba, su tierra natal, para crear el universo de ese importante dramaturgo que giró en buena parte en ese acontecer sociológico. Es una comedia de equivocaciones en torno a una presunta promesa de matrimonio, que por cuestiones familiares se formaliza. Beto un joven y Rocío, una solterona son los protagonistas. Julián Pastor hizo una película del tema El esperado amor desesperado. Los críticos hacen hincapié en que el título de la obra en realidad no se liga con la historia, pero a lo mejor al dramaturgo que vivió en San Pedro de Los Pinos en la Ciudad de México hasta el fin de sus días, le gustaba por tratarse de Lorca. En la obra, dos de los personajes declaman el poema Pequeño vals vienés, mientras bailan. He aquí un trocito de ese poema del título Huida de Nueva York, para que nos conduzca a leer el poemario completo de Poeta en Nueva York:
Te quiero, te quiero, te quiero
con la butaca y el libro muerto
por el melancólico pasillo
por el oscuro desván del lirio
por nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.