martes, abril 30, 2024

Las dos semillas de Lenin

Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia

*Factores que dieron lugar a la Unión Soviética.
*Debilitar a los enemigos, promesas y reparto de la tierra.
*Los contendientes debían levantar en armas a las minorías.
+*La guerra civil (1918-21) costó más de diez millones de muertos.
*Por el atentado de Fanny Kaplan se endureció la represión.

La capitulación de Alemania e 11 de noviembre de 1918 anuló el Tratado de Brest-Litovsk que resultaba sumamente lesivo para el casi naciente Estado soviético; pero otra semilla sembrada por Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, debilitó a la nueva patria, que sentía el derecho a su autodeterminación.
Junto con los decretos sobre el reparto de la tierra, la paz y la nacionalización de la banca y las grandes empresas, y una convocatoria a elecciones para una crear una asamblea constituyente (en la que los bolcheviques obtuvieron menos de diez millones de votos de más de 40 millones emitidos), el nuevo gobierno promulgó una Declaración de los Derechos para los Pueblos de Rusia, firmada por Lenin y Iósif Stalin, que no era entonces más que un personaje de segunda fila.
En esa Declaración, los bolcheviques proclamaron el derecho de autodeterminación, que incluía la formación de un Estado independiente, para los diversos pueblos que componían el Imperio ruso. En las semanas siguientes nacieron diversas repúblicas, en algunos casos con ayuda alemana.
La finalidad de Lenin era debilitar a sus enemigos: “Los bolcheviques lo prometían todo y a la vez: reparto de tierras, nacionalizaciones, paz, autodeterminación, socialismo, elecciones pluripartidistas, libertad de prensa, aborto, revolución mundial, aniquilamiento de los reaccionarios”, refiere una cónica de la época.
Los zaristas, liberales y socialdemócratas no sólo tenían que levantar ejércitos, combatir a los alemanes y los comunistas y elaborar un programa político (¿monarquía o república?, ¿reforma agraria o devolución de las fincas a los terratenientes?), sino, además, enfrentarse a las minorías separatistas de esos territorios.
Mientras se libraba la guerra civil entre 1918 y1921, en la que murieron más de diez millones de personas, varios de ellos de hambre, los bolcheviques no vacilaron en destinar docenas de millones de rublos oro para impulsar su revolución mundial.
El dinero provenía del Estado, pero también del saqueo de propiedades privadas y de iglesias, y de la exportación del necesario trigo, del que Rusia había sido el primer productor mundial antes de la guerra.
Para fortuna de los “blancos”, la revolución mundial no llegó y las que estallaron en Europa (Finlandia, Hungría y Baviera) fueron aplastadas, además de que el Ejército Rojo falló en su intento de penetrar en Polonia (1919-1921).
Lenin tuvo que reconocer la independencia de Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia, pero demostró su estilo de mandar y entender la autodeterminación mediante la conquista del resto de países que habían proclamado su independencia, como Ucrania y Georgia.
Ilich Uliánov se instaló en el Kremlin de Moscú, desde el que gobernó Rusia (que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en diciembre de 1922) como el primer dirigente de las nuevas entidades; pero temeroso de sufrir algún atentado.
“Ningún zar, ni siquiera en el punto máximo del terrorismo radical temió tanto por su vida y vivió protegido como Lenin”, recordó Richard Pipes en La revolución rusa.
A pesar de la protección de los fusileros letones que custodiaban a Lenin, hubo intentos de asesinarlo en enero y agosto de 1918: la militante anarquista Fanny Kaplan estuvo cerca de lograrlo, pero solamente le acertó en el cuello, para luego ser fusilada sin juicio alguno en un patio del Kremlin.
Los bolcheviques respondieron endureciendo la represión y endiosando a Lenin, y es que a partir de ese momento, empezaron a aparecer poemas, odas y artículos elogiándolo, hasta compararlo con Jesucristo.
El culto a la personalidad alcanzó alturas ridículas, pero omnipresentes en el país y entre los comunistas extranjeros, cuando Lenin murió la tarde del 23 de enero de 1924, y el ejemplo más elocuente fue la sustitución del nombre de Petrogrado por Leningrado, el 26 de enero.
En un referéndum celebrado en 1991, la población recuperó el nombre original de su fundación, San Petersburgo, la urbe imperial diseñada sobre los pantanos del río Nevá por Pedro I en 1703.

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