viernes, marzo 29, 2024

LABORALES: Niños emigrantes

José Dávalos

En estos días de reflexión están en nuestras mentes los niños que han tenido que abandonar su casa con la esperanza de salvarse y encontrar en otros lugares, pan, paz y seguridad. Casi siempre estos menores son empujados a la emigración por la miseria y la violencia en sus hogares y en el medio social.

Como elemento importante de la emigración de los menores se encuentra el afán del rápido y fácil enriquecimiento de la delincuencia organizada, que actúa en plagas monstruosas como el tráfico, la explotación y el abuso de menores. La fragilidad e indefensión de los niños los lleva fácilmente a los niveles más bajos de la degradación humana, donde la ilegalidad y la violencia acaban con el futuro de muchos niños y adolescentes.

Los niños tienen derecho a un ambiente familiar sano y seguro, donde puedan crecer bajo la guía y el ejemplo de un padre y de una madre; además tienen derecho a recibir una educación adecuada, sobre todo en la familia y en la escuela, con la que puedan crecer como personas y protagonistas de su propio futuro y de su país.

Cuántas veces leer, escribir y hacer cálculos elementales siguen siendo privilegio de unos pocos. Todos los niños tienen derecho a jugar y a realizar sus actividades recreativas.

La emigración es un signo de nuestros tiempos que nos hace pensar en nuestra pertenencia a la comunidad universal. Sin ignorar los problemas, los dramas y las tragedias de la emigración y las dificultades que tiene acoger dignamente a estos menores; tenemos que pensar que a fin de cuentas todos somos parte de las naciones, de las razas, de los pueblos y de las lenguas; somos un todo en el universo. Cada uno de estos niños es valioso, las personas son más importantes que las cosas.

El valor de cada país se mide por el modo en que trata la vida y la dignidad del ser humano, especialmente de los niños emigrantes.

Tenemos que adoptar todas las medidas necesarias para asegurar protección y defensa a los niños emigrantes; la emigración y el tráfico tienen una línea divisoria casi insensible. Los hacen vulnerables la indigencia y la falta de medios de supervivencia, el bajo nivel de alfabetización, el desconocimiento de las leyes, la cultura y la lengua de los países que los acoge.

Si no se interviene con rigor y eficacia ante los explotadores, no podrán detenerse las numerosas formas de esclavitud de que son víctimas los menores de edad.

La salvación de los niños emigrantes es labor de todos los hombres y mujeres conscientes de esta responsabilidad. Las autoridades, las organizaciones sociales, y todos en lo individual tenemos que responder, ya, ante esta necesidad.

josedavalosmorales@yahoo.com.mx

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