Por José Dávalos Morales
Los migrantes
Quienes fomentan el miedo hacia los inmigrantes sólo provocan racismo y violencia; sus fines políticos los llevan, como a Donald Trump, a crear muros para evitar el ingreso de latinos a Estados Unidos. Los inmigrantes deben ser atendidos con buenas leyes y programas de desarrollo y organización, pero sobre todo necesitan ser escuchados y acompañados.
Hay tantos hombres, mujeres y niños marcados por la pobreza y la violencia, que esperan encontrar en su camino manos tendidas y voluntades acogedoras. Los que más sufren son los pobres, los niños huérfanos, los jóvenes sin trabajo y los hombres y las mujeres explotados en los trabajos más modestos.
Al entrar en contacto con esas personas, con rostros concretos, encontramos que en los migrantes hay seres humanos con historias propias, cultura e ideales. Tomar contacto con ellos ayuda a encontrar respuestas factibles en favor suyo y de los países receptores.
En el centro del problema migratorio está la persona, que no es un número ni un ente abstracto, sino un hermano que necesita ayuda y una mano amiga.
En este asunto de la migración, no se puede trabajar en forma aislada; todos nos necesitamos. Debemos pasar de la cultura del rechazo a la cultura del encuentro y la acogida.
Pueden elaborarse estrategias conjuntas, eficientes y equitativas para acoger a los extranjeros.
Lograr un consenso entre las partes es un trabajo minucioso, pero esencial para dar forma a los acuerdos y a los mejores pactos para el bien de quienes sufren en las zonas más pobres de nuestros países.
El diálogo fomenta la solidaridad con los que han sido privados de sus derechos fundamentales.
Para solucionar las necesidades de los migrantes se requiere el compromiso de todas las partes. No quedarse en el análisis minucioso y en el debate de las ideas. Urge solucionar sus problemas.
Es compromiso necesario establecer planes a mediano y largo plazos, que no se queden en la simple respuesta a una emergencia.
Estos procedimientos sirven para establecer prioridades en la región con visión de futuro, como la integración de los migrantes en los países que los reciben y la ayuda al desarrollo de sus naciones de origen.
Urge atender a los menores; también sus familias necesitan ayuda.
Urge detener el tráfico de personas que es una lacra. Las personas humanas no pueden ser tratadas como objetos o mercancías, porque cada una tiene dignidad.
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