jueves, abril 18, 2024

La URSS hasta antes de su desaparición

Luis Alberto García / Moscú

* La nación más extensa de la Tierra murió en la Navidad de 1991.

* Contribuyó mucho a configurar la geopolítica mundial del siglo XX.

* Anne Applebaum y la hambruna roja de Iósif Stalin sobre Ucrania.

* País de historias trágicas, episodios heroicos y épicos.

* Sus estructuras jerárquicas no reflejaban su naturaleza plurinacional.

* Cientos de etnias y nacionalidades siempre convivieron en paz.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Soyuz Sovjetskich Sozialistitscheskich Respublik, en ruso) fue la nación más extensa de la Tierra hasta el 25 de diciembre de 1991, ocupando cerca de una sexta parte de la superficie no marítima de un planeta que era totalmente diferente hasta antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), al desaparecer los grandes imperios de entonces.

Con su aparición en la segunda década del siglo X, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) contribuyó a configurarlo geopolíticamente y a conformar un equilibrio ante las diferentes intenciones hegemónicas que siempre han existido.

La Unión Soviética estaba dividida en cinco grandes regiones: la europea, entre su frontera occidental y los montes Urales (límite convencional entre Europa y Asia) una vasta llanura atravesada por los ríos Volga, Dnieper y Dniester, fundamentales en su desarrollo histórico.

Había sido la región más rica de la URSS, el granero nacional, como antes se llamó a Ucrania, a la cual Anne Applebaum dedicó un libro extraordinario y estremecedor -“La hambruna roja, la guerra de Stalin contra Ucrania”-, que relata ese acto perverso y premeditado para someter a su población, frenar todo intento de nacionalismo y liquidar a las organizaciones que se resistían los dictados del Kremlin.

Para Iósif Stalin y su cortejo totalitario –una cuarteta formada por Molotov, Voroshilov, Kaganovich y Postishev-, la resistencia ucraniana procedía de los “enemigos de clase y debía ser aplastada” y en consecuencia, como recuerda la escritora británica, entre 1932 y 1933 hubo millones de muertos y escenas escalofriantes de suicidios, asesinatos y saqueos como parte de una colectivización agrícola obligada.

En esa nación de historias trágicas y episodios épicos que han jalonado su formación milenaria, los montes Urales -que se extienden de Norte a Sur- contienen inagotables yacimientos minerales y petroleros, y no se diga la Siberia infinita, rica en recursos naturales; pero escasamente poblada debido a su lejanía e inclemencia climática.

La región del Cáucaso es una enorme estepa entre los mares Negro y Caspio, con el Asia Central ubicada en una depresión geográfica que comprende desiertos, planicies y montañas en las cuales se implantaron y desarrollaron en siete decenios, al menos, ocho de las quince repúblicas socialistas integradas a la Unión Soviética.

Hasta antes de 1992, la organización de la agricultura se basaba en la explotación colectiva de la tierra a través de los koljoses –cooperativas de producción agrícola- y los sovjoses o haciendas estatales que, desde un pasado remoto, cultivaron las planicies cálidas en las que se cosechaba papa, remolacha y azúcar.

En el Asia Central se daban el algodón y diversas frutas, y en la región caucásica té, uvas y cítricos, convirtiendo a la Unión Soviética en una fuerte y seria potencia económica, que desde antes de la Segunda Guerra Mundial había iniciado un exitoso proceso de industrialización al buscar y encontrar la forma de extraer petróleo, carbón, hierro, zinc, cobre, bauxita, plomo y manganeso.

A esos inacabables recursos se añadía el estaño de los Urales, la Siberia Central y el Cáucaso que, con esas posibilidades y en momentos apremiantes, resolvieron y fueron útiles para neutralizar invasiones como la alemana de 1941, cuando los soviéticos hicieron frente resueltamente a las tropas nazis, hasta derrotarlas el mismo Berlín en mayo de 1945.

En aquella tierra gigantesca –con sesenta mil kilómetros de fronteras que incluyen las costas del Océano Glacial Ártico- había cerca de un 75 % de población de origen eslavo, de la cual los rusos constituían la mitad y los ucranianos menos de un quinto.

Las estructuras jerárquicas agrupadas en las antiguas repúblicas socialistas soviéticas, las llamadas rusas federadas y los distritos no reflejaban la naturaleza plurinacional de un país de dimensiones continentales, el primero en tamaño territorial en el mundo, seguido de China, Canadá, Estados Unidos –incluidos Hawaii y Alaska- y Brasil.

A la fecha, entre la actual Rusia y las repúblicas escindidas en 1991 y después, hay más de un centenar de nacionalidades y etnias que convivieron en paz, compuestas por tártaros, bashkiros, chuvaches, karelios, taktsis, armenios, azerbaijanos, cherkesios, inguches, chechenos, osetios, tadzhikios, letones, estonios, lituanos, moldavos, uzbekos, kirguizios, balkarsios, kabardos, yakutos y muchísimas más.

Casi todos profesan las religiones ortodoxa rusa –llevada a la antigua Rus y a Moscovia por los monjes y hermanos Cirilo y Metodio, introductores además del alfabeto cirílico hacia el año 1000 de la era cristiana-, que ha retomado su presencia e influencia conservadoras del año 2000 en adelante, y la mahometana, practicada por millones de rusos asiáticos en la repúblicas fronterizas con Turquía, Irán y Afganistán.

En cuanto a los idiomas, según la Constitución anterior a 1992, en la Unión Soviética no había uno oficial, y cada ciudadano tenía derecho a expresarse en sus lenguas originarias; pero actualmente se hablan cerca de 150 y se utilizan cinco alfabetos –como el bielorruso y el ucraniano-, aunque el ruso es mayoritario y sirve como “lengua franca” entre tantísimos y variados pueblos.

En marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov ascendió a la presidencia del Consejo Supremo del Sóviet, el máximo cargo político de la nación, acompañado como Valentín Pavlov como Primer Ministro, eligiéndose de inmediato a los 39 miembros del órgano de la Unión y un consejo de ministros de 85 integrantes, 767 diputados distritales y 750 representantes de la repúblicas, regiones autónomas y áreas nacionales.

Éste fue el país compuesto por quince repúblicas, anterior al que desapareció a fines de 1991, cuyos gobernantes a partir de ese año –Borís Yeltsin y sus prosélitos, entre ellos los llamados “kamikazes” que se encargaron de destruir la economía a partir de entonces-, con un pueblo que en menos de dos décadas se ha sobrepuesto a las inercias, recuperándose lentamente para poder tomar las riendas de su destino.

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