sábado, noviembre 23, 2024

La Revolución de los Claveles

+Un reportero mexicano en Lisboa, 1974
+Hace 50 años, cayó la Dictadura portuguesa
+Tiempos de las noticias por télex y teléfono
+El clavel en la boca del fusil del soldado joven
Guillermo Mora Tavares
Son las 23.55 de esta noche fresca frente al Atlántico, en Las Palmas de Gran Canaria. En Lisboa, a la misma hora, se escucha E Depois do Adeus en Radio Emissores Asociados, que capto en mi radiograbadora: es el 24 de abril de 1974, inicio del Golpe de Estado que puso fin a la dictadura más longeva del mundo, la Iniciada 48 años antes por Antonio de Oliveira Salazar.
Pocas horas después, el jueves 25 de abril, las tropas del Ejército, Marina y Fuerza Aérea portuguesas recorrían las calles hacia el Cuartel do Carmo, esparciendo el olor a libertad desde un clavel en la boca de cada fusil. Mientras nacía la Revolución de los Claveles, en México era la media tarde del miércoles 24 y a mis 25 años estaba entre el puñado de Periodistas que dimos a conocer al mundo semejante noticia.
Una vez que en la misma radiograbadora capté a los 25 minutos del 25 de abril. la canción Grandola, señal confirmatoria del Movimiento de las Fuerzas Armadas, transmití la noticia por teléfono a Excélsior, entonces reconocido como uno de los diez periódicos más importantes del mundo.
Hoy, cincuenta años después, recuerdo bien cómo viví la Revolución de Los Claveles, uno de los tres Abriles de mi vida: Abril en Portugal, Abril y su Feria de San Marcos de mi natal Aguascalientes y, la Feria de Abril de Sevilla con su Maestranza de ruedo de Oro y fiesta interminable de Fino, sevillanas y cante jondo. Los tres abriles, con el aroma de claveles rojos y blancos.
Estaba de vacaciones cuando tuve la. noticia. Un empleado del hotel donde me hospedaba en Las Palmas de Gran Canaria, en el Atlántico frente al Sahara Occidental, me ayudó a traducir la grabación que hice de la emisión clandestina de radio que inició con E depois do adeus, la canción que representó a Portugal en el festival Eurovisión.
Era la señal entre los militares encabezados por el General Antonio de Spínola, para derrocar en unas cuantas horas a la Dictadura de Oliveira Salazar, que representaba el general Marcelo Caetano. En 1974 Portugal era el país más atrasado y pobre de Europa.
Adiós vacaciones y a trabajar. Documenté los hechos lo más que pude, hablé por teléfono con mi Director don Julio Scherer García, dicté la nota y Excélsior publicó la noticia con datos míos y de las agencias, en tanto que los principales diarios del mundo publicaban: Rumores de Golpe de Estado. en Portugal.
– Qué hace ahí, váyase a Lisboa —me preguntó y ordenó don Julio, cuando le dije que estaba en Las Palmas, en las Islas Canarias. – No tengo dinero, le dije.
Para un Reportero de Excélsior no había peros ni pretextos. Don Julio ordenó mandarme dinero a un banco español y, logré un viaje fiado en avión privado, para mi esposa Lilia y yo, de Las Palmas a Madrid. Ella se quedó ahí a esperar el dinero, mientras casi clandestino me fui a Lisboa en tren desde la estación de Atocha.
No podía ser mejor: al bajar del tren en la estación de Oriente, descubrí que había nacido la Revolución de los Claveles y que estaba en el centro de un acontecimiento mundial. En trenes de otros andenes, llegaban del exilio lideres como Alvaro Cunhal y Mario Soares…
Qué hace un reportero ante semejante fortuna? Pues, entrevistarlos. En la Estación, la gente salía de todos lados, jubilosa, eufórica por la llegada de la Libertad y el fin de la dictadura. La muchedumbre rodeó a un recién llegado del exilio y, yo junto a él cruzados del brazo para no caernos y poder avanzar. Era Mario Soares… caminamos como pudimos, activé mi grabadora del tamaño de dos ladrillos y, lo entrevisté. Sería personaje de la Libertad y, Presidente de Portugal años después.
LA DICTADURA DE 48 AÑOS
Antonio de Oliveira Salazar estuvo en el poder desde 1926 en el llamado Estado Novo, hasta su muerte en 1970, aunque tenía prevista la permanencia de la dictadura con el general Marcelo Caetano al frente. Con el avance pacífico de las tropas en los puntos estratégicos del país, el Dictador heredero y criminal, se rindió a las 19.30 horas del mismo 25 de abril y se fue a Brasil previa escala en las Islas Madeiras. Radio Renascensa daría cuenta un día después, el 26, de las proclamas e instalación de la Junta de Salvación Nacional, nombre fiel a los hechos, integrada por: generales Antonio de Spínola, Francisco da Costa, Manuel Diego Neto, brigadier Jaime Silverio Márquez, coronel Carlos Galvao de Melo y, capitanes José Baptista Pinheiro de Acevedo y Antonio Alva Rosa Coutinho.
PORTUGAL Y EL FUTURO
En días anteriores, el general Spínola había sido destituído como subjefe del Estado Mayor del Ejército, por su clara oposición a continuar con la inmoral y casi perdida Guerra de las Colonias en Africa y, haber publicado su poderosa y explosiva reflexión y proclama de libertad, en su libro Portugal y el Futuro.
En la Gran Vía de Madrid, camino del Hostal Pereda a la Estación de Atocha, vi en un escaparate el libro, exhibido como éxito de ventas y lo compré con las pocas pesetas que me quedaban. Para los reporteros de entonces, pagar por un documento como ese era más importante que comer un bocadillo o beber una caña helada.
Sufrí varios intentos de ser bajado del tren por los soldados de aduanas, pero me salvaron mi credencial de Excélsior y el apoyo de otros periodistas europeos que, como yo, íbamos a Lisboa, entre ellos, del italiano El Corriere della Sera, a quienes a cambio tuve qué prestar mi preciado libro.
La noche y el viaje transcurrieron lentamente. Baja velocidad del tren, por la incertidumbre y las frecuentes paradas a que obligan los aduaneros, en tierra portuguesa. Los rumores llegaban de todos lados y, solamente los acallaban las noticias que captaba en mi radiograbadora y, estimulaban las ansias por llegar a Lisboa, el nido de los acontecimientos.
CLAVELES ROJOS Y BLANCOS
Celeste Caeiro era madre abandonada, camarera, la chica del Guardarropa y costurera, actividades que le ayudaban a medio completar su manutención y la de su hija. La mañana del 25 de Abril era diferente a todas. Lisboa vivía entre el asombro y la libertad. Celeste fue regresada a su casa por el dueño del restaurante Sifire, porque dicen que hay una Revolución. Como iba a haber una fiesta de aniversario, todo el restaurante estaba copado de claveles rojos y blancos, que el dueño entonces regaló a los empleados.
Con su sonrisa de 30 años y abrazando el enorme y aromático ramo de claveles, Celeste topó con tanquetas y tropas, camino a su casa, en la Plaza Rossio. Ahí un soldado joven, casi un niño, asomado desde el tanque de guerra le pidió un cigarrillo que ella no tenía.
Solo se me ocurrió darle un clavel rojo, diría Celeste años después. El soldado joven puso la flor en la boca de su fusil de asalto, mientras que Celeste y otras compañeras de trabajo repartían felices todas las flores en su haber, que fueron a adornar las armas.
Así nació La Revolución de los Claveles.
Años después, a sus 80 años, Celeste narró su historia a cuanto periodista se le acercaba, en su pequeña casa alquilada en un barrio de Lisboa. Nunca recibió reconocimiento ni ayuda económica del Gobierno. Murió pobre, con una pensión para toda una vida de trabajo, de menos de 300 euros al mes.
Después de entrevistar a Mario Soares y al líder exiliado Álvaro Cunhal, en los andenes de la estación de Oriente, fui a hospedarme al hotel más lujoso y caro, el Lisboa Sheraton. Excélsior tenía prestigio y crédito mundial: me dieron habitación, servicio de télex y me prestaron escudos, mientras llegaba Lilia de Madrid con el dinero que mandó don Julio Scherer.
Hace 50 Años Portugal marcó en la historia los cambios políticos y sociales para varios países africanos, especialmente para las colonias portuguesas para las cuales también se hizo la Revolución. Y, a la vez, para otras dictaduras, entre ellas algunas latinoamericanas, que fueron cayendo una a una.
Cómo olvidar a Amalia Rodríguez cantando Lisboa Antigua, hace 50 años… con la misma emoción que hoy escucho a la mejor voz del Fado, Virginia Alves, cantar La Gente de mi Tierra. Triste historia de sufrimiento y dolor, después de La Revolución de los Claveles.
Regresé varias veces a Portugal. Huele a claveles, libertad y progreso.
guillermo.mora.t@gmail.com
Reportero desde 1964.

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