viernes, enero 31, 2025

LA PIEDRA DE SÍSIFO: Héroes o víctimas: las dos caras de la repatriación

Por José Luis Camacho López

 

José Ángel Pescados Osuna, un ilustre  pasado y educado  sinaloense, cuando fue Cónsul General de México en Los Ángeles, en los noventa del siglo XX, tuvo la percepción de que los mexicanos residentes en los Estados Unidos, llegarían a decidir junto con la población de origen latino al representar alrededor del 20 por ciento del padrón, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

 

¿Cómo votaron los mexicanos que pudieron hacerlo en la elección de Donald Trump? ¿Son héroes o son víctimas? Diversos conteos después de la elecciones del 4 de noviembre en el imperio del norte  dejan  la firme conclusión de que así ocurrió. El voto latino, entre ellos de los mexicanos, favoreció el segundo mandato de Donald Trump. La propia presidenta Claudia Sheinbaum llegó a referirse, en una de sus mañaneras,  al voto de los mexicanos a favor del ogro que convirtió su decreto de expulsiones en un estrambótico fenómeno mediático para satisfacer su ego y el de sus  votantes.

 

Una de las electoras  de origen mexicana que votó por Trump fue Mayra Alejandra Luna. Lo lamenta hasta las lágrimas en un video. Su testimonio se convirtió en un caso masivo en las redes sociales porque “se arrepintió de votar por Trump”, según la publicación en un medio hondureño HCH.  Mayra, derramaba lágrimas en un video a través de TikTok,  donde manifiesta su error de votar por el candidato republicano,  que ahora arroja al vació,  persigue a indocumentados en las  ciudades santuarios como Chicago y Nueva York, los envía en aviones de  su fuerza aérea a los territorios del sur: México, Colombia, Brasil y de Centroamérica. Los Ángeles hasta ahora está a salvo.

 

Mayra una mujer de unos 35 años habla en perfecto inglés,  enfrenta la amenaza de la deportación y la de su familia. “Ahora tenemos miedo de ir a trabajar. Jamás imaginé que mi voto iba a poner en peligro a mi familia”, dice Mayra en ese video. “Odio que voté por él”. Ahora Mayra teme  su expulsión. “Debemos unirnos y hacer algo al respecto”, expresó esta mexicana a través de ese video que llegó a ser viral “con más de cien mil reproducciones y unos seis mil comentarios”.

 

En el voto a Trump influyen diversas motivaciones en los mexicanos-estadunidenses o que han recibido el beneficio de la residencia, una de ellos es sumarse a las campañas en contra de las corrientes de inmigrantes que cruzan legal o por medio de coyotes la frontera con México. Hay mexicanos residentes que ya no aceptan más compatriotas suyos y se unen a las cruzadas mediáticas contra su presencia o han votado por demócratas o republicanos.

 

La política de México, de todos sus gobiernos y hasta el de hora,  han  seguido una ruta de dos caras en las cíclicas expulsiones de trabajadores mexicanos,  cada nuevo mandato presidencial en los Estados Unidos.

 

 

Por un lado, se producen tempestades de discursos patrióticos y desgarraduras de vestiduras cuando por políticas electorales demócratas o republicanos sus policías  persiguen a los indocumentados en las fábricas o rancherías,  allanan  vecindarios donde duermen o llegan a amenazan meterse a los templos que sirven de escudos de protección a familias completas de trabajadores mexicanos y hasta en los hospitales son están enfermos. Se les desvanece el sueño americano.

 

Durante  una parte del  régimen priista de 1917 hasta 1982 se aceptaba dócilmente que  numerosos grupos de nuestros connacionales buscaran del “otro lado” un futuro laboral que sus gobiernos y su país no les ofrecía; que  huían de una vida sórdida, de escasez de empleo, de pobrezas y hasta de miserias extremas muy lejos de una vida digna para sus familias, que el Estado mexicano nunca les resolvió a pesar de que con la Constitución de 1917 el discurso presidencial se jactaba de su capítulo social, que resolviera lo que Morelos había manifestado desde 1814 de moderar la opulencia y la indigencia.

 

En la etapa de los gobiernos neoliberales iniciados en 1982 con la sumisión del Estado mexicano a las políticas del libre mercado y de reducir las gestión de las administraciones públicas a simples administradores, desarmarlo con la privatización de sectores de la economía hasta el gobierno de 2018, como lo determinó Washington con el Consenso de Washington,  tampoco pudieron  resolver la enorme deuda social dejada por  la  frustrada Revolución traicionada de 1910-1917. Los mexicanos siguieron cruzando la frontera hacia  una vida menos áspera.

 

En los gobiernos de la IV Transformación de la República se descubrió el hilo negro: que la economía de millones de familias del país sobrevivían con las llamadas remesas producto del trabajo del trabajo indocumentado de mexicanos en la agricultura  y en las zonas urbanas,  en diversas actividades de servicios, desde las domésticas en hogares, en fábricas, en la construcción y hasta en las escuelas. Ahora hasta sus hijos o hijas nacidas en su nuevo país están amenazados.

 

Hoy  esas remesas representan el primer ingreso nacional, le siguen el petróleo y el turismo. En el régimen del viejo priismo se decía que las remesas eran el tercer rubro de ingresos de la nación, después del petróleo y el turismo.

 

Al nuevo gobierno que postula resolver las causas de los problemas de la desigualdad social, califica de héroes a los indocumentados mexicanos. Un calificativo que no deja de ser  parte de una ampulosa demagogia que ni los priistas  se atrevieron a describir. Simplemente los priistas guardaban silencio cada vez que en los cambios de gobierno de los republicanos o demócratas se realizaban las “repatriaciones”  de los y las sin papeles de origen mexicano.

 

Pero no solamente la mexicana Mayra y los latinos que votaron por Trump se ven afectados. Dos empresarios estadunidenses empleadores agrícolas de mano de obra barata de trabajadores mexicanos y de otras nacionalidades, sobre todo centroamericanas empiezan a resentir la dura, maniática y mediática política antiinmigrante de Trump. En una entrevista con la cadena CNN,  U.-Greg Moes, dueño de una granja lechera se quejó de que Trump lo deja sin trabajadores sin papeles de los cuales depende su empresa que funciona las 24 horas del día en la ordeña de vacas. Para este empresario quedarse sin trabajadores indocumentados lo deja sin rentabilidad.

 

Otro empresario, dedicado a la producción de tomates, Tony DiMare, a pesar de que expresó a varios medios que está a favor de la aplicación de nuevos aranceles a México, acepta que le afectan esas expulsiones en caliente porque los salarios que él paga, están muy por debajo de lo que perciben los trabajadores norteamericanos.

 

DiMare, propietario junto con su familia de mil 600 hectáreas de plantaciones de tomate en Florida y California, cree que la expulsiones de once millones de indocumentados “sería un desastre para los agricultores estadunidenses” del sur de su país. Afirmó que es necesario “asegurar” la frontera con México pero reconoce que esta expulsión de indocumentados ejercerá presión sobre la agricultura y otras industrias “que dependen de esa mano de obra”.

 

O sea que el trabajo mexicano de nuestros connacionales en Estados Unidos se encuentran en ese doble dilema: ¿Héroes o víctimas?. Son útiles como mano de obra barata y son víctimas porque  aguantan extremosas jornadas laborales para enviar sus remesas. Viven en medio del escarnio de los estereotipos de las series policiacas de la televisión que son transmitidas en México, donde siempre predomina sus roles como delincuentes, traficantes de drogas o asaltantes.

 

En México desde la mirada del actual gobierno  de la IV se les ve como héroes por las remesas que envían a sus familias para   mitigar sus condiciones  ancestrales de pobreza o miseria; a esos héroes  expulsados se les recibe con la consigna patriótica de “México te abraza” y se les dan dos mil pesos, unos cien dólares,  para sufragar sus primeros gastos; los empresarios organizados  se desviven en ofrecerles empleos que difícilmente igualarán a los que se pagan en dólares;  y en  los medios tenemos  material para  observar que sin efectivamente resolver las causas sociales y económicas que lo originan, las corrientes migratorias de mexicanos hacia el norte seguirán y seguirán y cada sexenio; y se repetirán las mismas escenas de un fatuo patriotismo.

 

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