jueves, marzo 28, 2024

LA NAVE VA: La restitución del dedo

por Raúl Moreno Wonchee

Hay dedos y dedazos.  Franco, en nombre ya no de Dios del que se dijo caudillo durante 40 años sino de sí mismo, ungió a dedo al borbón de su particular preferencia con el designio de abolir la autodeterminación de los pueblos de España.

Ahí cuajó la llamada transición que para nuestros demócratas sin adjetivos debió ser modelo de la nuestra aunque no hayamos tenido guerra, ni dictador vicario, ni dictadura a manera de purgatorio y ni modo de tener rey.

A Madrid fue una legión de politólogos  novohispanos a aprender democracia de la monarquía mostrenca. Volvieron con la espada desenvainada y la insana obsesión de desmantelar lo que con pasmosa ligereza llamaron presidencialismo autoritario.

Y los cuchilearon  quienes desde casi siempre, con las más oscuras y disímbolas intenciones, combatían con saña y rencor el llamado sistema político mexicano. Fundado por Calles, refundado por Cárdenas y reformado por los que los siguieron, el presidencialismo constitucional le dio soberanía y estabilidad al país,  con crecimiento económico en sus primeros cuarenta y tantos años.

En ese período las sucesiones presidenciales se resolvieron mediante “el dedazo”, que lejos de ser una decisión autocrática, era resultado de un acuerdo político que el partido instrumentaba. El debilitamiento de la Presidencia por los ajustes económicos y el pragmatismo privatizador, desembocó en la alternancia que sacó de madre la política y estancó la economía, lo que en 2012 llevó a que sin “dedazo”, el acuerdo político volviera al centro de la sucesión.

Ahora, en un país profundamente reformado y por lo tanto sujeto a fuertes tensiones, el dedo restituido facilitará el acuerdo político que resolverá la sucesión.

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