Luis Alberto García / Nahuatzen, Michoacán
*Antecedentes contados por José Ponce.
*Su nombre significa “lugar donde hiela”.
*Tribu chichimeca, la primera que se asentó.
*Fue en un territorio del noroeste de Michoacán.
*Esa comunidad se fundó con el nombre de Yahuani.
Parte de la siguiente historia la cuenta José Ponce Daniel, nacido el 20 de octubre de 1938, cuyos padres, doña Lucía y don Salvador Ponce, procrearon una familia de varios hermanos que se dedicaron a distintos trabajos, algunos de ellos en otras poblaciones michoacanas, otros en la capital del país.
Comerciante y fabricante de muebles, don José conoce a fondo la historia de su pueblo por provenir de una de las familias que, como otras, han residido en él desde el siglo XVIII, como los Avilés, Romero, Manríquez, Zavala, Paleo, Sánchez, Carbajal y De la Cruz, emparentados con él algunos de ellos.
Por ejemplo, describe el escudo de armas de la población, grabado en la cantera de la torre de la iglesia, concluida en 1550., lo mismo que el que muestra una imagen en colores plasmada en el lienzo de Nahuatzen, de la época en que llegaron los primeros religiosos.
Sobre el significado de esos colores, señala que el rojo simboliza la unión; el plateado es referencia a la Luna; el amarillo al Sol; y el azul es el agua que existe al oriente de ese territorio, en los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, a contados kilómetros de distancia.
El maíz -dice- también es símbolo de que los purhépechas vienen de esa gramínea, las águilas (uacúsechas en purhembe) son representativas de la región desde tiempos inmemoriales, lo mismo que el jabalí de los montes.
Don José Ponce conoció la historia de Nahuatzen a partir de un texto titulado “Los orígenes”, entregado a su familia por un cronista anónimo que -por voluntad propia y como aportación a la fundación del pueblo- se lo dejó en una visita realizada en diciembre de 2010.
Esa narración destaca en pocas páginas la fundación de Nahuatzen que -resume- se llevó a cabo en 1525 por tribus de Xaracatán, poblado al que los españoles añadieron el nombre de San Juan por haberlo entrado en él un 24 de junio.
Tal lugar -añade el señor Ponce- está situado a unos tres kilómetros y medio al sureste del actual Nahuatzen, y los fundadores, según la tradición, vinieron de un pueblo llamado hoy El Cortijo, ubicándose en Nahuatzen porque les gustó para descansar.
Sin embargo, había un charco de agua casi seco, por lo que decidieron abandonarlo, aunque luego se unieron en El Rincón y en otros sitios más adecuados hasta formar un solo pueblo, asegura el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, que escribió lo siguiente:
“Sobre la fundación de Nahuatzen, no parece haberla realizado un pueblo purhépecha, sino una fracción chichimeca establecida ahí, en el corazón serrano, cuya iglesia conserva todavía la fecha del 25 de agosto de 1550 en que fue concluida su construcción por frailes franciscanos, dedicándola devotamente a San Luis IX, rey de Francia”.
Esta fecha señala, además, el año que acabó la edificación de la iglesia y la fundación del poblado, cuyo antiguo asentamiento, según se dice, estaba a tres kilómetros y medio al sur de Xaracatán.
Durante todo el siglo XVIII, Nahuatzen dependió religiosa y administrativamente de Sivinan o Sevina, aunque al parecer había adquirido mayor importancia que este pueblo situado entre los cerros de El Capén y de La Virgen, sobre el sendero a Comachuén.
Poblado menor, aunque más antiguo que Nahuatzen, Sevina conserva hasta la fecha la torre de su iglesia oscurecida por el viento, la lluvia y los años, en cuyo campanario anidan búhos y lechuzas que vuelan de ahí a los cerros circunvecinos en busca de alimento, compartiéndolo con los cuervos de alas azules oscuro que vuelan sobre las milpas y los pinares.
En ese pueblo tan viejo y nostálgico como Sevina vivió, crio caballos, cultivó maíz y progresó don Luis Filiberto García Romero, hermano menor del doctor Gabriel García Romero, el personaje más distinguido en la historia de Nahuatzen.