jueves, abril 18, 2024

La hegemonía que se disfrazó de mayoría

Por Eduardo Rodríguez Mayén 

De todos es conocida la forma de gobernar y tomar decisiones del presidente López Obrador. Echa mano de lo que percibe; su inmenso poder sobre todo y todos sus cercanos y no tan cercanos también. El poder que te otorga llegar a la silla de Palacio Nacional con una capa forrada con 30 millones de votos que, si le calculamos un poco, seguramente a estas alturas ya no siguen siendo 30.

Gobernar con autoritarismo que no autoridad, ¿es un acto democrático? La manera de gobernar que se ha impuesto desde Palacio, es un hacha que acerca su filo a todos los sectores: gobernadores, intelectuales, instituciones y organismos de orden público y privado, prensa, servidores públicos, en fin. Todos están, todos los días atentos a que el filo del hacha no les corte la cabeza con una sola decisión, la que es tomada personal y unilateralmente por el presidente de la República.

En este gobierno no hay más voces. Los secretarios son meros perfiles colocados en sus dependencias para llenar los vacíos que deja ser titular de alguna dependencia. Su presencia es nula, y su función como escudo del presidente para cachar los temas o mostrar la cara ante los medios con el conocimiento preciso de sus áreas de labor es nulo también. Los dibuja perfecto cualquier mañana en las conferencias de su jefe. Se notan cansados, desmañanados, con un par de papeles si acaso con alguna cifra que les pueda ser solicitada, no hay más. Solo se oye la voz del mandatario.

La 4T trajo consigo una sola línea, un mensaje único, una sola verdad, la que se pregona desde el poder y la que porque yo lo digo, es también la voluntad del pueblo bueno, mi voluntad y la de nadie más, cuestionarla merece todo el desprecio de quienes hoy gobiernan, nada ni nadie puede objetar la llamada “voluntad nacional”, intentarlo es el exilio a la hoguera de los perseguidos, así, como se perseguían a los enemigos del régimen en los años del más oscuro PRI.

La mayoría es la que decidió el resultado de la elección de hace un año, la mayoría fue la que se cansó de un país donde se movían las cosas lentas, donde el futuro era incierto y las condiciones eran precarias, la mayoría vio en esta oferta, una oportunidad de despuntar y realizar un cambio que trajera el bienestar y la seguridad que se nos prometió a todos. La mayoría en México y en todo el mundo se llama democracia. La hegemonía por el contrario busca imponer la doctrina de un solo partido en la única vía para el entendimiento de las partes, es la imposición de una religión disfrazada de la “voluntad del pueblo”.

Dice una cita de Felipe González: “La democracia no garantiza el buen gobierno, lo único que garantiza es que podemos echar al gobierno que no nos gusta. Esa es la gran diferencia con la dictadura” ¿Nos dirá la historia si esta vez se equivocó la mayoría?…

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