*Nadie quiere tratar el fondo del asunto: si el Judicial y el Legislativo se reformaron, por qué no hacerlo con el Ejecutivo. Porque es la fuente de impunidad, como lo muestra la imagen del presidente de la República, de pie, en un cruce de caminos, para rendir pleitesía a María del Consuelo Loeza de Guzmán. Sin la reforma a fondo de la institución presidencial, ésta se envilecerá todavía más
Gregorio Ortega Molina
Fácilmente permitimos que nos engatusaran, y los electores compramos el placebo de la alternancia como puerta de acceso a la reforma del Estado. Craso error, sólo se exacerbó el presidencialismo, más allá de las facultades metaconstitucionales descritas por Jorge Carpizo, pero todavía disfrazado de democracia, cuando ya es el país de un solo hombre… compartido con los barones de la droga.
Nadie quiere tratar el fondo del asunto: si el Judicial y el Legislativo se reformaron, por qué no hacerlo con el Ejecutivo. Porque es la fuente de impunidad, como lo muestra la imagen del presidente de la República, de pie, en un cruce de caminos, para rendir pleitesía a María del Consuelo Loeza de Guzmán. Sin la reforma a fondo de la institución presidencial, ésta se envilecerá todavía más.
Partamos de un hecho constatado y reconocido por un presidente de México: la impunidad es el engrane que aceita el modelo político mexicano para su funcionamiento. ¿Debe seguir así? Muchos, más de los que creemos, asumen que así es, pero nadie se atreve a aceptarlo en público. Tiene que terminar.
Estamos a un tris de que se hagan realidad los deseos de Agustín de Iturbide, de Victoriano Huerta, de Álvaro Obregón. Han decidido hacer un gobierno de la 4T y de la purificación de México por decreto, en lugar de obedecer al mandato constitucional, porque tienen la absoluta certeza de que nadie se los va a demandar, no habrá un valiente que se atreva a exigirles cuentas, a fincarles responsabilidades, a incoarles juicio.
Olvidamos la tarea e insensiblemente transitamos de la amenaza del autoritarismo, al umbral de una dictadura más feroz que la de Huerta. Olvídense de la decena trágica, se anuncian doce meses de verdadera incertidumbre, de violencia real e incontenible, de reguero de sangre inocente, en tanto no se diriman legalmente las elecciones, y si la 4T las pierde, agárrense, porque harán una pataleta enorme.
En la presentación del opúsculo mencionado, leemos: “El debate sobre los grandes problemas nacionales es más urgente que nunca (1969). La opinión pública debe conocer las alternativas que presentan, en esta fase de nuestro desarrollo, algunas de las cuestiones que afectan esencialmente la vida de todos los mexicanos: la economía, la política y la sociedad, la educación y la cultura, la reforma agraria, el proceso de industrialización, las inversiones extranjeras, etc.”.
¿Por qué se empeñan en regresarnos a la época anterior a 1969, un año después de ocurrido el 68, si en esa época se podía hablar con libertad, y hoy el presidente de la República suelta soplamocos a diestra y siniestra ante cualquier crítica?
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