*Como machincuepa merecedora de un Oscar, el tirito de soltar a Mario Aburto en enero de 2024, con el trigésimo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio, como para tentar al Diablo y le quiten de en medio a Xóchitl Gálvez
Gregorio Ortega Molina
Los mexicanos debiéramos mostrarnos agradecidos con las divinidades, las de todos tipos y calibres, pues tenemos un presidente de la República polimorfo: lo mismo encabeza la investigación de un crimen como el de Ayotzinapa, y se pone la casaca de ministerio público, que adquiere la estatura de juez y parte para exonerar a los generales, así como a narcotraficantes, porque también son seres humanos.
Sostiene, sin temor a equivocarse, que los jueces, secretarios de cuenta, magistrados y ministros del Poder Judicial Federal, en nada ayudan al México bueno y sabio, como sí lo hace el Poder Ejecutivo, que con un gran esfuerzo nos entrega el almacén de medicamentos para proveernos de todas las medicinas del mundo y colocarnos a la altura de los servicios médicos de Dinamarca, pues para eso dice que federaliza el sector salud, con lo que agilizará las correctas y oportunas respuestas a las necesidades de sus electores.
Ha decidido vestir la casaca de diplomático que honró Genaro Estrada, y en pasmosos malabares verbales defiende a sus “amigochos” dictadores como Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel, y a regañadientes se pliega a las sugerencias de la diplomacia y economía de Estados Unidos, para acudir a la próxima reunión de APEC, e irá a San Francisco, en California, para también pasear por Sausalito, acudir a Carmel a visitar a su admirado Clint Eastwood y ver cómo puede hacerle para encarnar, en una sola persona e ideal, a El bueno, el malo y el feo.
También debemos congratularnos porque es hábil, para convertir su obligación de jefe de Estado y rescatar a sus compatriotas de la guerra Hamás-Israel, en imagen y motivo de campaña política, porque es diestro para aprovechar toda desgracia propia y ajena para ennoblecer su figura, como lo hizo con ese anillo al dedo que le cayó con el Covid-19, pues para eso tiene a Hugo López Gatell, que cargó con el exceso de muertes y la ausencia de medicamentos para los niños con cáncer, transformados en un abrir y cerrar de ojos en delincuentes y terroristas, por reclamar su derecho a la salud.
Ahora lo repite con su imagen (no presencia) con los damnificados por “Otis”, y coloca en las cajas de las despensas que regala el lema GOBIERNO DE MEXICO, lo que dista mucho de ser verdad, pues en estricto sentido es dinero fiscal proporcionado por los contribuyentes. Debiera decir: APORTACION DE LOS MEXICANOS A SUS HERMANOS GUERRERENSES.
Como machincuepa merecedora de un Oscar, el tirito de soltar a Mario Aburto en enero de 2024, con el trigésimo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio, como para tentar al Diablo y le quiten de en medio a Xóchitl Gálvez.
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