*Será interesante atestiguar su manera de conducirse en lo moral, lo humano, lo político y lo mexicano, a partir de este mes de enero, puesto que por la voluntad de Andrés Manuel López Obrador la realidad lo convierte en fiel de la balanza. Sin percatarse, porque se niega a aceptarlo, que sólo es un Antonio Salieri
Gregorio Ortega Molina
Ahora tengo claro que nada aprendió Dante Delgado durante su reposo y tiempo de reflexión en Pacho Viejo. Lo regresaron a la sociedad más mezquino, egoísta, codicioso y tonto que cuando lo recibieron para “readaptarlo socialmente”.
Es necesario aceptarlo, se convirtió en el paradigma de la falta de empatía, únicamente piensa en los intereses que le garantizan el bienestar de los suyos y el resarcimiento de los años que estuvo en chirona. ¿Cuántos de nuestros políticos, ya sea en la administración pública o en el Congreso, siguen su ejemplo? ¿Por qué las consecuencias de los agravios -reales o supuestos- que se infieren entre ellos, deben caer sobre las espaldas, los bienes, el futuro de los mexicanos?
Hay un hecho cierto para comprender su conducta, su manera de comportarse: Samuel García es su clon, se condujo de idéntica manera a como él lo hizo con los veracruzanos y con Fernando Gutiérrez Barrios. De aprender de sus errores se habría evitado la vergüenza, que se repetirá con la candidatura de Mariana Rodríguez a la alcaldía de Monterrey. Le quedarán grandes los zapatos de Colosio junior.
Me supongo que tiene idea de lo que cuesta ya el comportamiento de Andrés Manuel López Obrador, que ha calculado lo que significa para México y los mexicanos su sumisión a ese “no-proyecto” de nación, hacer berrinche y querer congraciarse con su tlatoani al quebrar el grupo de contención en el Senado, a fin de facilitar la desestructuración de las instituciones republicanas, de los organismos autónomos y la absoluta obsecuencia del Poder Judicial de la Federación. Fue Dante Delgado quien operó en favor de que su santo patrono nombrara a Lenia Batres como ministra de la SCJN. ¿Es lo que desea para sus hijos y nietos? ¿Es lo que busca para que con tinta indeleble quede en las páginas de su historia personal?
Nos guste o no, querámoslo o no -a pesar de los reparos de Enrique Alfaro y de alguno que otro sensato de sus correligionarios-, en este momento Dante Delgado es pieza clave en el futuro inmediato de México. Será interesante atestiguar su manera de conducirse en lo moral, lo humano, lo político y lo mexicano, a partir de este mes de enero, puesto que por la voluntad de Andrés Manuel López Obrador la realidad lo convierte en fiel de la balanza. Sin percatarse, porque se niega a aceptarlo, que sólo es un Antonio Salieri.
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