jueves, marzo 28, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: Las cadenas del petróleo

* La realidad insiste en lo que se nos advierte desde que José Andrés de Oteyza engañó al último presidente de la Revolución y traicionó a los mexicanos. La noticia vuela por el mundo: el director de Pemex, Octavio Romero, informa que la petrolera pierde, en 2020, 480 mil 966 millones de pesos (22 mil 995 millones de dólares), un 38% más que en 2019

Me conduelo con Manlio Fabio Beltrones Rivera por
la pérdida de su esposa, Sylvia Sánchez. Le envío un
solidario abrazo y le reitero mi respeto

Gregorio Ortega Molina

 

¿Es modificable el concepto de ideología? Lo dudo, pero ya carece del peso que tuvo cuando Lenin tomó sus disposiciones para el asalto al poder, o Madero se alistaba para una nueva sesión de espiritismo.

La universalización de las comunicaciones instantáneas hicieron obsoleto el cable trasatlántico y dos conceptos hermanados por la actividad política: ideología y soberanía. En cuanto las antenas parabólicas y sus servicios invadieron el espacio aéreo de las naciones, dio inicio la globalización a través del entretenimiento y la cultura; desde entonces los ideólogos políticos vieron vaciarse ideas y conceptos que les garantizaban presencia… y dinero.

Las propiedades de la nación, sus símbolos y mitos, todo aquello que fue dispuesto por quienes nos dieron patria para unir a los mexicanos y moverlos como a uno solo, ya no importan. El ejemplo más claro de que así es, está en la disputa por el petróleo, hoy en la mesa de discusión como instrumento de riqueza soberana e independencia, para servirse de la nostalgia de lo que fue, en el sentido en que transformaron la ley de energía para regresar a la CFE a los tiempos de Adolfo López Mateos.

Creo que es momento de reconocer que ya no es así. Ideológicamente y en el contexto de la globalización, pero sobre todo de seguridad regional, el petróleo encadena, más que libera. Para comprenderlo, recomiendo la lectura del ensayo Emilio Uranga y Jesús Reyes Heroles y el ser del mexicano, publicado por la revista Praxis con fecha 5 de febrero último.

Considero importante reproducir los párrafos -a mi juicio- más destacados del amplio texto de José Manuel Cuéllar Moreno; leerlos nos facilitará comprender, a cabalidad, en qué convertimos el único gran recurso natural de riqueza económica. Hoy, con los avances científicos y tecnológicos, el petróleo es un lastre, a menos de descubrirle usos diferentes a los de los combustibles fósiles. Comparto, con el aviso de que las negritas y los paréntesis son míos.

“Pemex –en esto también estaba de acuerdo Uranga– debía considerarse como algo más que un negocio productivo. Se trataba de un instrumento y de una hazaña revolucionaria que había contribuido de manera importante a la dignificación del mexicano y a la superación de su complejo de inferioridad. La relación de México con su subsuelo había que aquilatarla en términos materiales y morales. Más aún: esta relación permeaba el carácter del mexicano, tocaba su estructura constitutiva. A la amalgama Estado-nación-pueblo-Revolución había que añadir un quinto elemento: el petróleo. Uranga llega así a una fórmula que nadie discute: Revolución = campesinado más petrolización.

“En su discurso (18 de marzo de 1968), Reyes Heroles enfatizaba la robustez del Estado mexicano. Nuestra economía era, en su directriz, de índole estatal porque sólo esta orientación asegura una auténtica democracia representativa a la voluntad de las mayorías.

“Uranga estaba habituado a este silogismo que equiparaba al Estado con la Revolución y con las demandas populares. De aquí que una directriz de índole estatal fuese perfectamente compatible con el proceso de democratización. Uranga veía en este maridaje el factor dinámico de nuestra historia. Sería cuestión de semanas para que la feliz unión del pueblo con el Estado se pusiera en tela de juicio. Los primeros enfrentamientos entre estudiantes ocurrieron en julio de ese mismo año.

No había llegado aún, a juicio de Uranga, la hora de la sociedad, esa especie de organismo autónomo regido por tabúes de conducta y de creencias que tienen su origen en cualquier parte menos en el pueblo. Sí había llegado la hora, en cambio, de abrirse a la izquierda. Si en 1960 Uranga no alcanzaba a vislumbrar un afuera del PRI, ocho años más tarde la apertura no le parece imposible, ni siquiera remota. Uranga, de nueva cuenta, daba pruebas de una increíble lucidez. Las reformas políticas impulsadas por Reyes Heroles en 1977, en su calidad de Secretario de Gobernación, estaban encaminadas a lograr esta apertura. Uranga –cosa inusitada en él– volvió a dirigirle unos aplausos sonoros: Antes de que se despierte, con violencia, el México bronco, hay que operar [estas] reformas políticas indispensables.

“El lopezportillismo también atizó el debate en torno al petróleo. Uranga hizo tronar –acaso por última ocasión– su voz agorera: [Para López Velarde] ha sido ni más ni menos el Diablo quien suscribió la asignación de propiedad a los veneros de petróleo. El general Cárdenas le arrebató al Diablo el privilegio de disponer de este energético. Hoy nos vemos en el mundo en que los diablos ya no saben qué hacer, no sólo en México, sino en el mundo entero para que el petróleo vuelva a ser de su dócil propiedad y apropiación. Pero son malos años para estos diablos voraces los que nos toca contemplar en su desenvolvimiento con parsimoniosa esperanza. La maldición de López Velarde en contra del petróleo ya no podía sostenerse, pero tampoco se podía caer en el extremo opuesto de la embriaguez optimista y la ensoñación. Esperemos que los próximos años nos encuentren gustando poéticamente ciertas realidades, pero utilizándolas como lo que efectivamente son: realidades y no ensueños o maldiciones.

“El yacimiento petrolero de Canterell iniciaría operaciones pocos años después del artículo de Uranga y de las reformas de Reyes Heroles, en 1979, dando pie a una abundancia y a un boom tristemente ilusorios. Las advertencias de Emilio Uranga fueron desoídas. En sus últimos años de existencia, el filósofo habrá atestiguado con una punzada de dolor la ruptura de un lazo que se presumía inquebrantable y casi ontológico: la ruptura entre petróleo y Revolución”.

La realidad insiste en lo que se nos advierte desde que José Andrés de Oteyza engañó al último presidente de la Revolución y traicionó a los mexicanos. La noticia vuela por el mundo: el director de Pemex, Octavio Romero, informa que la petrolera pierde, durante 2020, 480 mil 966 millones de pesos (22 mil 995 millones de dólares), un 38% más que en 2019.

La movilidad terrestre entrará, pronto, en su fase de energía eléctrica. Las refinerías se convertirán en basura, pero no quieren entenderlo. Ayer, 18 de marzo, todavía celebraron sobre algo que ya no hay que festejar.

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@OrtegaGregorio

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