*Lo cierto es que no estamos saliendo, al menos no por lo pronto, del laberinto neoliberal. Parecería más bien que estemos entrando en una tercera etapa del neoliberalismo en México
Gregorio Ortega Molina
Hannah Arendt nos refresca la capacidad de análisis y renueva la hipótesis de lo que no pueden eludir los gobernantes: el actor y el narrador no necesariamente son la misma persona. Quizá, además de distintos, a veces pueden ser contradictorios, porque el primero considera tener capacidad suficiente para escribir, él, la historia, sin tomar en cuenta que narrar requiere de una mentalidad diferente a la que lo guía por el mundo.
Lo anterior viene a cuento por el extraordinario ensayo de Rafael Lemus, escritor y profesor asistente en California State University, Fresno. Es coeditor de El futuro es hoy: ideas radicales para México.
Dada la importancia de lo publicado en The New York Times reproduzco lo sustancial, para que nos ayudemos a comprender a este país en el que nos movemos, y nos atrevamos a aspirar a un futuro ajenos al que anticipan los augures económicos.
“Una buena mañana de marzo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), decretó abolido, de una vez y para siempre, el neoliberalismo en el país. Lamentablemente, la realidad no se disipa por decreto. A siete meses de un gobierno pretendidamente de izquierda, el neoliberalismo persiste, implacable, en el centro. Peor aún: se extiende y adquiere nuevas e inquietantes formas.
“Pocos países han experimentado el neoliberalismo con tanta severidad y violencia como México. Desde principios de la década de los ochenta hasta el 1 de diciembre de 2018 -el día en el que AMLO tomó posesión-, todos los gobiernos coincidieron en la ortodoxa aplicación de una serie de medidas de liberalización económica que transformaron radicalmente la configuración socioeconómica del país. Se conocen esas medidas: apertura comercial, desregulación de los mercados financieros, privatización de empresas estatales, flexibilización de las relaciones laborales, reducción del gasto público. Y sus resultados: escaso crecimiento económico, mayor desigualdad de ingresos, nulo abatimiento de la pobreza.
“Para salir del laberinto neoliberal y construir las condiciones de una economía distinta es necesario operar desde el interior de la economía neoliberal misma. Se trata de una tarea compleja que requiere, además de tiempo, montones de imaginación política. En un artículo reciente, Joseph Stiglitz anticipaba ya algunas de las prioridades de esa tarea:restaurar el equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y los mercados; mermar la capacidad de las grandes corporaciones; cortar el vínculo entre el poder político y el poder económico.
“Ninguna de las políticas económicas de AMLO, hasta ahora, parece particularmente comprometida con esa agenda. Es cierto que de vez en vez el presidente arremete verbalmente contra la oligarquía mexicana y que toma decisiones —como la de cancelar el aeropuerto en Texcoco— que afectan los intereses de algunos empresarios. También es verdad que desde el primer día de su gobierno se ha ocupado de poner en marcha urgentes programas sociales dirigidos sobre todo a jóvenes, indígenas y adultos mayores. No queda claro, sin embargo, que esos programas rebasen el marco de una política social focalizada y asistencialista, ni que esos altercados ocasionales con la iniciativa privada anuncien una nueva dinámica entre el poder político y el económico.
“Más bien lo contrario: en vez de acentuar la división entre ambos poderes y transparentar sus transacciones, el gobierno de AMLO se ha rodeado de los empresarios consentidos del viejo régimen, se ha valido de las empresas de estos para avanzar los nuevos programas sociales y ha asignado más del 70 por ciento de los contratos federales sin licitación alguna.
“Menos interés aún ha mostrado en construir o vigorizar circuitos comerciales que aminoren la dependencia económica de México con Estados Unidos. Atrincherado entre sus fronteras, AMLO no parece tener, de hecho, más estrategia internacional que la de mantener a toda costa el acuerdo comercial con Estados Unidos, incluso si eso supone permitirle a Donald Trump dictar nuestra política migratoria.
“Pero no es solo que el modelo neoliberal persista: es que su embate contra el Estado ha cobrado nueva fuerza durante estos últimos meses. Los gobiernos anteriores atentaron contra la burocracia y el aparato de protección social con el pretexto de la eficiencia administrativa. Este gobierno -siempre dispuesto a justificar sus políticas con narrativas históricas- ha golpeado ciertos sectores del Estado con una coartada juarista: la austeridad republicana.
“Lo cierto es que no estamos saliendo, al menos no por lo pronto, del laberinto neoliberal. Parecería más bien que estemos entrando en una tercera etapa del neoliberalismo en México”.
¿Será que allá nos llevan?
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