*Pero los electores insisten, les cuentan mentiras y las compran, sin siquiera exigir una rendición de cuentas; al contrario, complacidos con la tácita desaparición del INAI y el cuento de que nada puede transparentarse, porque todo es seguridad nacional. Así de importante es la transformación moral de México promovida por Andrés Manuel López Obrador
Gregorio Ortega Molina
La palabra es el instrumento perfecto y poderoso para la seducción. El dinero, la belleza, la oportunidad, son accesorios de la seductora o seductor profesional. Ahí está la oferta bíblica: si comen del fruto del árbol que está en el centro del Parque, seréis como Dios. Y se tragaron el cuento que nos trajo a donde estamos.
Los seres humanos gustamos de mentir, nos embelesa la mentira que nos cuentan. Ahí está el dicho: tropezamos con la misma piedra. Ponemos en manos y cuentas de cheques e inversiones de líderes y gobernantes nuestro futuro, porque escuchamos su palabra, nos dejamos seducir por el cuento de las promesas, de la misma manera que el adúltero o la adúltera le pide al impaciente amante que se contenga, pues pronto, muy pronto habrá de divorciarse.
Tal como lo hicieron los conquistadores hispanos que se llevaron nuestra codiciada riqueza, los políticos de hoy engañan al México bueno y sabio, y como sucedáneo de las cuentas de vidrio, ponen en sus manos los plásticos del bienestar que no son una solución definitiva, sino el aplazamiento constante del futuro prometido, a cambio de la entrega de la voluntad y el voto.
Nos ofrecieron un lugar en el Tercer Mundo, concepto político que dejó de existir en cuanto el neoliberalismo y los economistas de Chicago reinventaron el desarrollo y lo llamaron libre comercio y globalización; entonces nos ofertaron un Primer Mundo, al que nuestro ingreso quedó aplazado con la irrupción del EZLN, los crímenes políticos y la cesión paulatina, pero sin pausa, de parte del poder a los barones de la droga. De vivir brevemente la promesa de constituirnos en República, Estado de Derecho y hacer nuestro el proyecto de nación de la Constitución de 1917, transitamos al presidencialismo como piedra angular de la corrupción y la impunidad, y pospusimos la urgente reforma del Estado, para conformarnos con una alternancia que todo, sí, todo lo empeora.
Pero los electores insisten, les cuentan mentiras y las compran, sin siquiera exigir una rendición de cuentas; al contrario, complacidos con la tácita desaparición del INAI y el cuento de que nada puede transparentarse, porque todo es seguridad nacional. Así de importante es la transformación moral de México promovida por Andrés Manuel López Obrador.
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