*Quien conoce de finanzas públicas y cómo armar un presupuesto, sabe que no debe haber sorpresas, pues los adeudos improrrogables y con destinatario están respaldados, año con año, y quienes estructuran la Ley de Ingresos y el proyecto de presupuesto de egresos no deben omitirlo
Gregorio Ortega Molina
Hoy es el primer día de la semana mayor. Los cristianos debieran dedicarla a la lectura y meditación en silencio, sobre todo aquellos con responsabilidades de gobierno. No se trata de alcanzar rápido y por cualquier medio la vida después de la vida, sino de hacer del tránsito terrenal un camino sin dolor, violencia ni vejaciones.
Pero nos llevan en sentido contrario, porque el dinero, hoy, tiene un mayor peso específico que el poder político. Quien lo posee manda, a pesar de que lo jubilen a destiempo, incluso en contra de los ataques financiados desde el poder, como bien lo saben Ricardo Benjamín Salinas Pliego y Carlos Slim. AMLO continúa empeñado en demostrar que no es florero, y que su propuesta de cambio de régimen va, pero no ha acertado a explicar hacia dónde.
Lo considero así porque la SHCP informó que los recursos fiscales que durante el primer bimestre se destinaron a saldar las mensualidades vencidas del rescate bancario -asumido por el gobierno hace 25 años-, se dispararon respecto de los canalizados en el mismo periodo del año pasado, en un periodo en el que se contrajo el gasto en inversión pública.
¿Carlos Urzúa desconocía la necesidad de responder a esas necesidades gubernamentales? A cinco lustros de distancia, ¿fue un dispendio innecesario asumir el rescate, o evitaron el colapso de la economía nacional? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos procedió de idéntica manera después de la crisis de la burbuja inmobiliaria de 2008?
¿Cambio de régimen sin el dinero suficiente para impulsarlo, sostenerlo y consolidarlo? Sería prudente que nos informaran en qué medida se contrajo el mercado interno, y si en realidad no estamos en el umbral de la recesión, porque la caída en la recaudación fiscal anida en la disminución del IVA. Todos los mexicanos gastan menos. ¿Confianza o desconfianza?
El secretario de la Hacienda Pública debió haber informado a su jefe de la fecha de vencimiento de pagarés y el aumento de las tasas de interés internas, a efecto de que sus decisiones políticas con repercusiones económicas se pospusieran o negociaran de otra manera, o para que la enorme cantidad de desempleados fuera nada más que un mal sueño.
En el empeño por continuar culpando al pasado y evitar la responsabilidad de no ser previsor para solucionar el presente, la información indica que “la partida para el pago de intereses de los pagarés del rescate bancario, emitidos por el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo en favor de los bancos comerciales de entonces, requirió entre enero y febrero de este año recursos públicos por 28 mil 624 millones de pesos. La cantidad supera en 43.4 por ciento la canalizada para el mismo fin en el primer bimestre de 2018”.
Quien conoce de finanzas públicas y cómo armar un presupuesto, sabe que no debe haber sorpresas, pues los adeudos improrrogables y con destinatario están respaldados, año con año, y quienes estructuran la Ley de Ingresos y el proyecto de presupuesto de egresos no deben omitirlo.
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