*Hay una responsabilidad histórica. ¿Seis años más de confrontación y violencia? ¿Otro sexenio de fosas clandestinas y desapariciones forzadas? Escudriñen en el pasado, visiten de nuevo El laberinto de la soledad, El ser del mexicano, Noticias del Imperio, Maten al león, Los relámpagos de agosto, pero sobre todo Los recuerdos del porvenir, porque la sombra del general Francisco Rosas está al acecho
Para Ingrid Avella, Ovidio Salvador Peralta y Samuel García
Gregorio Ortega Molina
El pasado no es responsable de nuestro futuro, lo somos nosotros, pero conocerlo, estudiarlo, ayuda a la toma de decisiones correctas. Si nos equivocamos al decidir, lo ocurrido ayer permite encontrar soluciones para corregirlas.
El tema va más allá. Nadie escarmienta en cabeza ajena, indica la sabiduría de las abuelas, y en gran medida es cierto. Los seres humanos parecemos gustar de lo acerbo del fracaso ajeno… y del propio, pero nos negamos a aprender de las consecuencias.
Pienso que lo que lo que hoy sucede está perfectamente planeado. ¿Cómo entender, entonces, lo afirmado por Napoleón Gómez Urrutia y publicado en El Universal?: Por el bien de sus fortunas que empresarios dejen de atacar a AMLO. Hay una doble lectura. Puede ser una invitación a sumarse para llevar la fiesta en paz, o puede leerse como una advertencia para que dejen de dar lata y se callen, porque no los tomarán en cuenta.
Hace al menos 11 años consulté con un amigo el original de Crimen de Estado. Lo hice porque intuía ya que era “oreja” de los primeros círculos de poder de ese sexenio. Su opinión me dejó perplejo en ese momento. Hoy la comprendo en su totalidad. Dijo: “México necesita sufrir los estragos de una guerra…”.
Si así lo determinaron, vaya decisión y qué costos. No escarmentaron entonces, pero el castigo, el daño y sus consecuencias continúan ahora. Se niegan a leer en el pasado cultural y político de la patria.
Medito en el tema. Pienso que el 68, el 88 y el 94 fueron sólo una probadita de lo que puede ocurrir, y que los caminos para pacificar a la nación son otros. En Los diarios de Emilio Renzi encuentro el significado del horror: “La peste, entonces, y los testigos contamos lo que hemos vivido en esos tiempos oscuros, mis cuadernos son un registro alucinado y sereno de la experiencia de vida en estado de excepción. Todo parece seguir igual, la gente trabaja, se divierte, se enamora, se entretiene y no parece haber signos visibles del horror. Eso es lo más siniestro, bajo una apariencia de normalidad, el terror persiste y la realidad cotidiana sigue ahí, como un manto, pero a veces una filtración deja ver la verdad cruda”.
Padecemos el reflejo de esa verdad cruda cuando los colectivos de madres sin hijos encuentran otra fosa clandestina; cuando denuncian más y más desapariciones forzadas; cuando los secuestrados aparecen muertos, a pesar de haberse pagado el rescate… Es la indefensión absoluta.
Más de Ricardo Piglia sobre la vivido hace apenas 43 años en Buenos Aires: “Me indigna la actitud general, aterrorizada por la violencia, espera que los militares traigan orden… Lo peor es la siniestra sensación de normalidad, los ómnibus circulan, la gente va al cine, se sienta en los bares, sale de las oficinas, va a los restaurantes, se ríe, hace chistes, todo parece seguir igual, pero se oyen sirenas y pasan a toda velocidad autos sin patente con civiles armados”.
Hay una responsabilidad histórica. ¿Seis años más de confrontación y violencia? ¿Otro sexenio de fosas clandestinas y desapariciones forzadas? Escudriñen en el pasado, visiten de nuevo El laberinto de la soledad, El ser del mexicano,Noticias del Imperio, Maten al león, Los relámpagos de agosto, pero sobre todo Los recuerdos del porvenir, porque la sombra del general Francisco Rosas está al acecho.
Una misma idéntica pregunta que ofrece diferentes respuestas, son el estudio y la ruta para comprender dónde estamos parados. Sólo los lectores y la sociedad podrán elegir entre las diversas opciones, pero hay que ofrecerlas.
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