*Como observación final y dados los antecedentes del festinado Cárdenas Batel, sólo advertir que puede convertirse en la rueda de molino atada al cuello de la doctora Sheinbaum Pardo. El apellido no es todo lo que se necesita para tener éxito
Gregorio Ortega Molina
Festinaron tanto el nombramiento de Lázaro Cárdenas Batel, que de inmediato recordé el desempeño y el poder de José María Córdoba Montoya en el mismo encargo, sin mencionar su relación o casi complicidad con Carlos Salinas de Gortari. ¿Elegirán transitar por ese sendero donde sólo dos caben, el recién nombrado y su jefa?
También rememoré las imágenes de las cabezas decapitadas, rodando sobre la pista de baile de una discoteca en Apatzingán. ¿Fue durante la gubernatura del nieto del Tata Lázaro, que se inició lo que parece culminar en un #narcoEstado, en un #narcopresidencialismo sin fin ni contención constitucional y legal? Después, Felipe Calderón declaró, como presidente de la República, la guerra a los narcotraficantes. Debió meditar hasta agotarse el uso de su palabra bélica, aceptada dentro de su práctica religiosa. Así se desmarcó de los barones de la droga, sin abrazos de por medio. Supo de inmediato asumir su responsabilidad de jefe de la República… si la violencia adquirió la dimensión de una espiral que crece con cada decisión posterior, es que sus sucesores favorecieron a los cárteles, incluso por necesidades políticas.
El balance de la gubernatura de Cárdenas Batel conduce a varias interrogantes, porque quizá el aura que lo precede tiene su origen en el embrujo del apellido, en la autoridad moral (que no le brillantez política que le conceden) del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, y con toda certeza nunca escuchó cómo su abuela, doña Amalia, lo reprendió, siempre en comparación con la imagen de Lázaro Cárdenas del Río.
El peso de los apellidos de los ancestros famosos y/o héroes de la patria, puede ser una escalera al éxito o una lápida, si la inteligencia del heredero no da lo que se espera de ella. El desafío político y administrativo que enfrenta Lázaro Cárdenas Batel, para ayudar al éxito de la doctora Sheinbaum Pardo, aparenta ser insuperable, debido a la desestructuración que se hizo de las instituciones que dan cuerpo al Estado, con el propósito de seguir la ruta marcada por Elena Garro en Los recuerdos del porvenir, con el sustituto del general Francisco Rosas al frente de la Secretaría de Seguridad Pública federal.
Como observación final y dados los antecedentes del festinado Cárdenas Batel, sólo advertir que puede convertirse en la rueda de molino atada al cuello de la doctora Sheinbaum Pardo. El apellido no es todo lo que se necesita para tener éxito.
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