Gregorio Ortega Molina
*Como el nombramiento de Paco Ignacio Taibo II, ¿Santa Lucía va?
Puede deducirse que el gabinete del nuevo gobierno no es compacto. Desde antes de su inicio hay disensiones, o al menos puntos de vista distintos que ensombrecen el futuro y propician errores en el principal responsable de la IV transformación, del segundo intento, al hilo, para restaurar al presidencialismo emanado de la Revolución, hace décadas muerta, y enterrada.
Apenas el sábado nos refrendaron que Santa Lucía, en sustitución del AICM proyectado en Texcoco, va. Ahora es necesario oficializar la decisión, darle juridicidad y emitir un documento que dé por concluidos los contratos firmados durante el gobierno de EPN. Quizá corresponda a Javier Jiménez Espriú redactarlo y firmarlo -después de negociadas las condiciones económicas de la recisión del contrato-, con los argumentos técnicos, jurídicos y económicos claros y suficientes para dejar tranquilos a los contratistas y dar a los gobernados la certidumbre de que se tomó la decisión adecuada.
Alfonso Romo Garza y Javier Jiménez Espriú saben, al menos desde el 18 de octubre, si no es que desde noviembre de 2015 y después el 15 de agosto de 2018, que hay más inconvenientes en Santa Lucía y que, aparentemente, se los ocultaron a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, por razones inexplicables, o por temor.
Son tres los puntos que MITRE considera en su análisis, para meditar con seriedad sobre la conveniencia o no de realizar la mancuerna aeronáutica entre el actual aeropuerto y Santa Lucía.
1.- El plan no ha sido estudiado completamente;
2.- El plan, en cuanto a su capacidad operacional es, en el mejor caso, a cortísimo plazo. No es aconsejable anunciar las capacidades, incluso como relativamente probables, antes de los estudios de espacio aéreo y la creación de procedimientos de despegue y aterrizaje, y
3.- El plan es complejo e incierto para una sola pista comercial operando en Santa Lucía, y ahora se habla de operar dualmente dos pistas separadas por un kilómetro y medio. Los riesgos son claros y presentes, por el ruido, la necesidad de comprar y expropiar tierras para extender la longitud de las pistas, pues ahora la operación de Santa Lucía es visual.
No son apreciaciones mías, proceden de un Memorándum del doctor Bernard Lisker, director internacional e ingeniero principal senior de MITRE, dirigido a Gerardo Ruiz Esparza, con copia a Alfonso Romo y Javier Jiménez Espriú.
Pero, como el nombramiento de Paco Ignacio Taibo II, Santa Lucía va.
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