* De ahí la importancia de las palabras de Monreal, nada contra la división
Gregorio Ortega Molina
Si quieren lograr la 4T, pronto habrán de modificar, de fondo, la administración pública en México. Hay sucesos intolerables, incalificables, y no debe permitirse su continuación. Me refiero al constante modito en que se humilla a las fuerzas armadas, con escarnios, burlas, befa… y muerte, porque también los matan.
Ante estos hechos resalta lo dicho por Ricardo Monreal con motivo de sus diferencias con Martí Batres. Sostiene que “él nunca será obstáculo para la transformación que hemos propuesto para el país, y tampoco actuará en contra de los principios en los que cree”.
La Coordinación de Comunicación Social del Senado distribuyó un video con esa declaración. El motivo fue el disenso presentado durante el relevo de la presidencia de esa Cámara para el segundo año de la actual legislatura. Concluyó el disenso antes de que el TEPJF señalara a Morena que no debe meterse en los asuntos internos del Poder Legislativo.
Pero, dado lo que ocurre en esta nación con motivo del impasse en el proyecto de la regeneración nacional, del cambio de régimen, del lanzamiento de una IV República que los dirigentes no aciertan en conceptuar ideológica y administrativamente, las declaraciones de Ricardo Monreal merecen reflexión.
Indica en ese video: “No me voy a pronunciar por la división. No la voy a profundizar en este movimiento que tenemos en el país, que es un ejemplo en la historia de México; estos acontecimientos no nos sitúan de manera correcta. Pero lo vamos a superar. Lo vamos a mejorar. Nosotros no vamos actuar en contra de ningún compañero. No vamos a insultar a ningún compañero o compañera”.
Pidió al pueblo de México confianza, pues estos son desencuentros normales en procesos democráticos: “nosotros no vamos a fomentar una polarización”.
¿Cómo, entonces, convocar a la unidad nacional, sin diatribas, descalificaciones, afirmaciones que favorezcan la confrontación entre mexicanos, como ocurre un día sí y otro también? Imposible vivir bajo la sombra de la distorsión de la realidad, porque los amparos favorables para los colectivos que protestan contra decisiones gubernamentales, no son ningún atentado o comploto legal, son defensa contra los abusos de poder.
Algo debe cambiar pronto, porque humillar a las Fuerzas Armadas es denostar a las instituciones, a la República, equivale a devaluar y olvidar el concepto de patria.
Imposible permitir la distorsión que anula al personaje de Camila Läckberg: “Se reía de quienes creían que en el ejército todos se ven como hermanos. No podían estar más equivocados. Para él sus hombres (subordinados) eran fichas que utilizar, el camino hasta el objetivo. Y eso era lo que echaba de menos. La lógica. Las líneas rectas y limpias”, pero hoy, como siempre, todo es cuestión de política y de poder.
De ahí la importancia de las palabras de Monreal, nada contra la división.
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