Gregorio Ortega Molina
*En el poder sus opciones se reducen, saben que toda negociación ha de hacerse desde una posición de fuerza, aunque para conquistarlo hayan ofrecido clemencia, olvido, perdón, amnistía. Llegar requiere una actitud, ejercerlo es otro cantar, exige el dominio de todas las notas
Los movimientos sociales y políticos que transformaron México debieron madurar durante años; el cambio no se dio por ensalmo; en su concreción, la guerra de Independencia iniciada en 1810, consumió 11 años, hasta 1821; la Reforma fue impulsada por Benito Juárez, pero todavía en el siglo XX Iglesia y Estado se jaloneaban la cobija, hasta que Carlos Salinas de Gortari optó por la transformación ideológica del 130 constitucional.
En cuanto a la Revolución, si damos como válida la hipótesis de Emilio Uranga, rescatada para por José Manuel Cuéllar Moreno para contribuir a la comprensión de por qué México está donde está debido a que esa aspiración de “revolucionar” al país quedó inconclusa, la declaración de AMLO durante el debate del 21 de abril último, adquiere su verdadera dimensión.
Modificar conductas y hábitos en la observancia de normas y leyes requiere, al menos, una generación. Moisés pastoreó ese movimiento liberador durante una larga caminata por el desierto que duró 40 años; la Gran Marcha de Mao requirió un año de su vida, pero la transformación de China lo consumió hasta su muerte, y hoy la República Popular no es lo que él aspiró a convertirla.
¿Cuál es el mensaje que envía López Obrador, cuando afirma que él no está tras el cargo, que en realidad es líder de un movimiento social que conducirá a México a su cuarta gran transformación?
Por lo pronto nos obliga a establecer una sutil diferencia: AMLO no es un político que anda tras la chuleta y el puesto, sino un guía, un líder moral que se afana en la transformación del país, sin importar el tiempo y el esfuerzo que ello le requiera. Aspira a obtener resultados, lo que está bien y es legítimo. El tiempo exigido para ello, ¿se ajustará a los términos constitucionales?
Es momento de dedicar reflexión a las modalidades de gobierno, de evaluar qué tan actuales son los consejos de Nicolás de Maquiavelo vertidos al oído del Príncipe, y la manera en que optan los políticos del siglo XXI por imponerse más que por ser aceptados, respetados, amados. Una vez que se encumbran, sus opciones se reducen, saben que toda negociación ha de hacerse desde una posición de fuerza, aunque para llegar a hacerse con el poder hayan ofrecido clemencia, olvido, perdón, amnistía. Conquistarlo requiere una actitud, ejercerlo es otro cantar, exige el dominio de todas las notas.
Me pregunto si los electores sabrán evaluar lo que tienen enfrente, sus opciones. Porque puede ocurrirnos lo que refiere la frase final de La víspera del trueno: el remedio, ¿peor que la enfermedad?