sábado, abril 20, 2024

ISTMO, EXTRAORDINARIO POLO DE DESARROLLO

Por Siegfried Hitz

 

Un solo macro-proyecto puede hacer pasar a la historia al próximo presidente mexicano.

Entre el torrente de declaraciones de planes y ocurrencias, López Obrador ha anunciado cinco grandes obras de infraestructura: dos refinerías ‒incosteables elefantes blancos‒ y dos nuevos trenes, el maya de Cancún a Palenque y el México-Querétaro que podrían detonar el desarrollo económico en sus regiones.

La quinta obra es capítulo aparte. Es una joya que casi se pierde entre tantos proyectos, quizá porque él mismo no ha aquilatado su desproporcionada trascendencia. Si logra implementarlo, cumplirá su meta manifiesta de pasar a la historia. Las descripciones que su equipo hace no reflejan una visión ambiciosa sobre su real magnitud, pues no se trata de la remodelación de un trenecito de costa a costa.

¿Por qué es tan importante? Porque tiene el potencial de un impacto global, arrebatando a los canales de Panamá y Suez el eje del tráfico marino mundial ya que lograría el cruce interoceánico en menos tiempo, con un recorrido más corto y con un precio más competitivo.

El corredor interoceánico convertiría esta ventaja en el florecimiento de la región al crear mediante una adecuada infraestructura, un polo de desarrollo integral. Por su alta redituablilidad podría financiarse con recursos de fondos internacionales en condiciones preferenciales y además involucrar a inversionistas nacionales y extranjeros. Los fondos públicos podrían ser una proporción modesta ya que la sola productividad cubriría cómodamente el financiamiento.

En contraste con el norte y el Bajío, el istmo es parte del sureste mexicano con el mayor rezago de nuestra economía, y la que más requiere impulso para su desarrollo integral.

A más de su estratégica ubicación global, Tehuantepec cuenta con recursos que otras zonas del mundo envidiarían como abundancia de agua, energéticos, mano de obra, bosques maderables, un excelente escenario natural de alto potencial turístico con clima tropical y ciudades de rica historia y cultura, playas y zonas arqueológicas.

Sospecho que el equipo de AMLO ve con cierta miopía el proyecto. El ingeniero Javier Jiménez Espriú, postulado por AMLO como próximo Secretario de Comunicaciones y Transportes informó que al inicio van a “remodelar el puerto de Coatzacoalcos, y rehabilitar el tren que corre por el istmo, modernizando vías férreas, las carreteras y los puertos”. Si el plan consiste en remodelar y rehabilitar, sería mejor que descartaran la idea.

Requiere una concepción ambiciosa, como si fuera a convertirse en el único paso interoceánico para el gran tráfico marino de carga internacional. Los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz tendrían dragado, numerosos muelles con la más avanzada tecnología logística para carga y descarga, varias vías de ferrocarril para tráfico intenso, modernos convoyes para contenedores, autopista paralela, obras de ingeniería con túneles y puentes de primer mundo. Todo ello para reducir al máximo distancia y tiempo entre costas.

El paso interoceánico es la columna vertebral. A mediano plazo, será sólo una parte del desarrollo, que incluirá parques industriales que aprovecharán la zona como plataforma para exportar bienes al mundo. Los servicios turísticos constituirán el gran elemento adicional.

El reto crítico será capacitar masivamente mano de obra, construir infraestructura para la población y a la industria. Y también los servicios que requerirán el comercio, la enseñanza, la salud, las comunicaciones y otros similares.

El concepto surgió originalmente hacia 1808, cuando Alexander von Humboldt describió lo estratégico del paso entre ambos océanos. El paso transístmico se incorporó al tratado McLane-Ocampo que, firmó Benito Juárez en 1859, y cedía a los Estados Unidos derechos a perpetuidad. Para fortuna de México el Congreso del país vecino no ratificó ese tratado dadas las diferencias de los norteamericanos enfrentados en dos grupos en esa época previa a la Guerra de Secesión.

Más tarde, el proyecto fue revivido y rechazado varias veces por los presidentes en turno pues, exhibida ya la codicia norteamericana, temían convertirlo en un atractivo polvorín para los intereses geopolíticos internacionales. Durante la guerra fría podía ser un auténtico riesgo, en una conflagración mundial, no querían atraer un ataque atómico a territorio mexicano. Sin duda Panamá, corrió ese riesgo en varios momentos.

Según el periodista Mauricio Jalife, en negociaciones bilaterales, Trump podría ver con simpatía ese proyecto ya que haría la función de un muro que frenaría a migrantes centroamericanos en su camino a los Estados Unidos.

La operación puede facilitarse si se sustenta en la moderna tecnología para programar la carga y descarga de barcos y convoyes de ferrocarril de manera que, en pocas horas, el contenido de un barco pase a bordo de otra embarcación en el puerto opuesto. Reducir los tiempos es sustancial porque implican un serio problema en Panamá: el cruce toma de 6 a 8 horas, pero la espera puede extenderse a dos o tres semanas por afluencia excesiva y trámites.

La oferta mexicana sería más económica, rápida y competitiva y absorbería buena proporción del tráfico interoceánico.

Las industrias atraerán a empresas de servicios, como informática, logística, consolidadores de carga, agentes aduanales, aseguradoras, bufetes profesionales y similares. Y desde luego, la necesidad de vivienda para todos crearía nuevos desarrollos con su correspondiente oferta de servicios urbanos.

La industria de la construcción ocuparía numerosa mano de obra y derramaría recursos. Desde regiones diferentes migarían temporal o permanentemente familias enteras a la región, la demanda de servicios presionaría a los tres niveles de gobierno a adelantarse a estructurarlos antes de ser un factor deficitario.

El corredor del istmo es la mayor y más adecuada idea entre las propuestas del Presidente electo. Es monumental y sin casi distraer recursos presupuestales sería el mayor disparador de la economía del sureste y consecuentemente, del país entero.

Señor Presidente Electo, que no lo distraigan con proyectos menores, si se concentra en este y la obra se hace en grande podrá conducirlo directo a su meta de pasar a la historia como un gran presidente.

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