jueves, abril 25, 2024

Isla de Gotland, en guardia para una “guerra híbrida” con Rusia

Luis Alberto García / Moscú

*Suecia, país pacifista por tradición, busca soldados.

*Ya se armó con destacamentos militares en ese territorio.

*Es una pequeña zona insular en el Mar Báltico.

*La izquierda se resiste a convocar a un referéndum.

*Sería el ingreso y boleto de entrada en la OTAN.

*La nueva derecha se dedica a hacer campaña por la consulta.

Quien controle Gotland controlará el Báltico, es la frase que domina en el Ministerio de Defensa de Suecia, un país que mantiene una histórica, tensa y desconfiada relación con Rusia desde que enfrentó al Imperio zarista de Pedro I en el siglo XVIII, en un conflicto bélico que se prolongó veinte años, con victorias rusas en la bien llamada Guerra del Norte que afianzaron su poder en los países escandinavos.

Pacifista por tradición desde entonces, Suecia no forma parte de la OTAN y sus políticas de seguridad son tan sensibles que han llegado también a la campaña electoral de cara a las elecciones que se celebrarán en el país en 2018.

A las ocho de la mañana en punto 32 hombres y mujeres entre 19 y 20 años hacen flexiones, abdominales y forman dos líneas perfectamente simétricas en la base de Tofta, diez kilómetros al sur de Visby, la capital medieval de la isla de Gotland con sus 58.000 habitantes.

Liv Widqvist lleva tres semanas inmersa en el servicio militar obligatorio que recuperó el gobierno socialista de Stefan Löfven en 2017: “Estoy feliz. Me sirve para ver mis límites día a día y superarlos. Es increíble ver hasta dónde uno puede llegar”, ilustra mientras sujeta una metralleta con dificultad y algo de torpeza.

“Cuando me llegó el aviso de que debía alistarme me quedé en shock; pero ahora me está encantando”, dice la jovencita rubia con una sonrisa no le cabe en la cara, nacida en Växjö, localidad de 66.000 habitantes en el sur de Suecia.

Antes de iniciar estudios de ingeniería y tecnología civil, decidió elegir Gotland para formarse porque el de aquí “es un proyecto nuevo”, en donde el coronel del regimiento de la isla, Mattias Ardin, explica que la isla es un buen destino.

“Es –dice- para los que se ven obligados a hacer entre cinco y doce meses de servicio militar obligatorio. “¿Tienes lo que debes tener?”, rezan los provocadores carteles de alistamiento que cuelgan de las paredes de los barracones, porque Suecia busca soldados.

Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el país escandinavo abrirá una base permanente -el destacamento temporal cerró en 2005- de su Ejército en la isla, probablemente una de las más estratégicas de Europa: “Gotland es como un portaaviones imposible de hundir y destruir”, advierte el coronel.

Pasea entre las obras de construcción que, en sus diez kilómetros de largo y cinco de ancho, albergará a partir de 2021 a un millar de soldados, talleres de reparación, campos de tiro y una veintena de tanques, entre otras facilidades.

La mañana es calurosa en medio de un bosque de enormes pinos y granjas ecológicas en el que se encuentran los chicos y chicas del servicio militar, 50% y 50%, como no podía ser de otra manera en Suecia.

Uniformados de arriba a abajo: casco, gafas, una metralleta que pesa diez kilos, rodilleras, botas, un maletín de primeros auxilios y un envoltorio con veinte kilos de ropa de abrigo, Liv Widqvist y sus compañeros se preparan para hacer disparos con fuego real.

En marzo de 2014, el presidente ruso, Vladímir Putin, anexionó la península ucrania de Crimea, lo que, además de haber sido condenado por toda la comunidad internacional, hizo a los países bálticos -Estonia, Letonia y Lituania- y nórdicos -Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca- ponerse en guardia.

“Rusia es el motivo por el que hacemos esto”, dice rotundamente el coronel Ardin, quien tiene ahora la seria y enorme responsabilidad de preparar y concientizar a los jóvenes sobre las amenazas extranjeras.

Lenoir Grand Pons, analista de Seguridad y Defensa y autor de “Claves Geopolíticas”, confía en que en los planes de Putin no está invadir ningún país, aunque “un escenario que sí sería posible es la desestabilización a través de acciones encubiertas, habitualmente definido como guerra híbrida”.

Liv Widqvist tampoco ve de momento peligro real de invasión a su país, que considera pacífico, en tanto el coronel, militar curtido en conflictos como los de los Balcanes en la década de 1990 y el de Afganistán tras los atentados contra las Torres Gemelas en Estados Unidos en 2001.

“Ser neutral –indica- no quiere decir no estar preparado para lo que pueda pasar”. Y es que Rusia, con el enclave militarizado de Kaliningrado -entre Lituania y Polonia-, se encuentra a 275 kilómetros de Gotland, una distancia insignificante en términos militares.

En Visby tampoco parece preocupar demasiado el tema de la guerra: las calles empedradas están llenas de tiendas elegantes de ropa, de diseño nórdico, y no hay ni rastro de simbología militar más allá de lo que en su día fue un búnker.

Inge, granjera del sur de la isla de mediana edad —el norte es más industrial—, dice estar “harta” de oír hablar de Rusia a todo aquel que visita la isla: “Hace buen tiempo. Hay que disfrutar de Gotland, ir al jardín botánico y recorrer las murallas medievales, y es que siempre se asocia Gotland con Rusia y la guerra. Y es que hay mucho más, relata molesta.

Los datos del gobierno de Suecia sí revelan preocupación, debido a que el país ha ido en los últimos años aumentando su gasto militar progresivamente: de 4.882 millones de dólares en 2008 a 5.560 millones en 2018, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Sin embargo, contextualizando, el gobierno solamente dedica hoy en día el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) a defensa y seguridad, de acuerdo con los últimos datos del Banco Mundial correspondientes a 2017.

Ni Suecia ni Finlandia -esta última comparte mil 300 kilómetros de frontera terrestre con el gigante ruso- forman parte de la Alianza Atlántica, lo que implica que la defensa es un constante campo de debate político.

En Suecia, la derecha tradicional -Moderados, Liberales y Democristianos- aboga por celebrar un referéndum de entrada en la alianza militar, mientras que los socialdemócratas, verdes y comunistas consideran que no es el momento.

Las encuestas revelan que poco menos del 40% de la población querría un referéndum de entrada en la Alianza Atlántica, algo que el gobierno considera insuficiente como para convocarlo; sin embargo, fuentes militares opinan que el tema de la entrada en la OTAN se tendrá que abordar inevitablemente en algún momento: “Rusia supone una amenaza principalmente porque no actúa de manera directa, y eso exige estar en permanente estado de alerta”, resume Grand Pons.

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