Sergio Gómez Montero*
Te hablo de los niños que tiran piedras a los tanques israelíes
Segundos antes de convertirse en margaritas
N. Hindi: “A la mierda tu lectura…”
Todos velan sus armas en silencio esperando la batalla final. Pero, mientras, nada ha cambiado: los ataques insidiosos de los medios de prensa de nuestro país y de otros países capitalistas no cesan. Se siguen con amargura de los ataques a la democracia –a la que nunca definen con precisión– por la que ellos suspiran y que les permitió, en el pasado inmediato, todo tipo de trampas y fraudes, al amparo de lo cual los empresarios y los políticos acumularon riqueza mal habida de una manera absurda e insultante, todo gracias al neoliberalismo y su capitalismo salvaje. Por eso es que hoy claman quienes ayer alentaron la corrupción y la polarización económica del país, esperando con ansia ese pasado que a ellos les rindió pingües ganancias.
A esos, que hoy se quejan de continuo, más enojados los tienen los resultados de un proceso electoral que, desde ahora, se visualiza altamente favorable al proceso –la 4T– que le ha permitido al país ir dejando atrás el desastre en el cual lo dejó sumido el neoliberalismo, y que no es tarea de un día, claro, sino una campaña larga primero de convencimiento, pero luego de trabajo comunitario continuo en donde, poco a poco, se curan las heridas y luego el cuerpo renace con nuevas energías para salir adelante del estado de desolación en que lo dejaron. Bien lo escribe Isabel Rauber en Claves para una nueva estrategia: se trata de ir “Remando contra la corriente, frente al “no se puede”, a los pregoneros del fin de la historia y del pensamiento único, el grito desgarrador de la vida aferrada a la esperanza comenzaría a agrietar los cantos de sirena del triunfalismo inmediatista del poder neoliberal globalizado, primero como resistencia y luego, además, como organización y cada vez más, también como proyecto”. Trabajar por ese proyecto es el futuro, pues, el que está ya a la vuelta de la esquina, tan luego como se salga de votar y se comiencen a sentar las bases de las nuevas tareas a emprender.
¿Por dónde comenzar? Lo fundamental va a ser el que, entre todos, hablemos de cómo seguir construyendo ese país que apenas vislumbramos y de qué le corresponde a cada uno de nosotros hacer, venciendo amistosamente nuestras diferencias y analizando en grupo, colegiadamente, en los órganos partidarios qué es lo más conveniente para todos. Las tareas que se vienen no son simples, son complejas, pues habrá que seguir luchando contra las corrientes que con empecinamiento se resisten al cambio, que las habrá aún durante un buen tiempo, y ellas no cejarán en su empeño de hacer descarrilar al tren del cambio, pues saben que en la medida en que él avance menos, ellas, cada vez menos podrán alcanzar sus aviesos objetivos.
La del domingo es isegoríasólo una batalla más. Ganada desde ahora. Pero es sólo un paso, de los muchos que aún hay que dar.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx