Sergio Gómez Montero*
En la boca
el caballo
soporta el tirón
M. R. Mo: “Caballos 4”
Siempre es difícil, en términos sociales, no concederle a la economía el papel principal a la hora de indagar en dónde se registran los hechos primordiales precisamente del ámbito social. No seguirle los pasos a la economía es siempre un grave error cuando se quiere definir qué pasa en la sociedad que nos tocó vivir, como hoy sucede, cuando no se terminan de entender las diferencias profundas que hay entre desarrollo y crecimiento, lo cual dificulta entender, al mismo tiempo, las diferentes tipos de crisis por las que hoy está atravesando el capitalismo, que no logra cómo sacar la cabeza para respirar aunque sea un poco. Un momento muy interesante en el cual uno tiene que diferenciar allí qué es lo orgánico y qué es lo emocional a la hora de definir las crisis, profundas, por las que atraviesa el sistema capitalista en su conjunto, porque varias de sus partes no están funcionando como todo el sistema quisiera.
Si Niklas Luhmann estuviera entre nosotros, nos llevaría a reflexionar en si, cuando una parte del sistema está en crisis, ello no conlleva, en el caso de los sistemas económicos, que todo el sistema está en crisis, si es que de manera previa los que disputan se han puesto de acuerdo sobre qué entender por sistema, y allí, entonces, lo que domina es quién impone los criterios con los cuales se va a operar; así, si yo a la luna le quiero decir queso, la luna va a ser un queso y no hay de otra, y de allí las diferencias profundas que hay hoy entre Arturo Herrera y Arturo Romo para quienes el futuro del país se mueve en torno a dos conceptos para ellos antagónicos: crecimiento (cuya apuesta es de Romo, Gurría, FMI, BdeM, INEGI, entre otros) y desarrollo (al que le apuestan Herrera y varios asesores cercanos a AMLO), y por eso los primeros le apuestan a la inversión privada, apoyada por la deuda, mientras que los segundos creen que el futuro del país se debe sustentar en una mejor distribución de la riqueza, encaminándola hacia la inversión productiva sana y generadora de más riqueza. Pero, como comúnmente sucede en estos casos, hay un dilema (un dilema de pelos): ¿castigo o no castigo?, ¿ley o no ley?
Hay que tomar en consideración, parece que afirman los segundos, que los recursos que el país requiere para iniciar su desarrollo productivo, existen, pero le fueron robados a la Nación de una manera cínica e inocua, y por lo tanto hay que recuperarlos aplicado la ley: es decir, castigando a los culpables y recuperando los recursos que tanta falta hacen. Y ése es el dilema: ¿se aplica o no la ley?, ¿se castiga o no a los culpables?, ¿crecimiento o desarrollo?, ¿impuestos justos a todos o outsourcing y facturerismo de por vida?
Dilemas graves, pues… Pero urgentes de resolver… Otra vez creo.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx