Por: Sergio Gómez Montero*
Hemos proyectado
hacia dentro
universos de sueño
que la vigilia jamás conocerá
U. Estrella: “X”
Hace 18 años aproximadamente me tocó visitar Venezuela para asistir a un evento académico vinculado a las ciencias sociales, en San Cristóbal (Táchira). Allí tuve oportunidad de ver cómo, paulatinamente, se afianzaba el chavismo (que inicialmente se consolidó luego de los recorridos de Hugo Chávez por todo su país) por dos vías que, en aquel momento, consideraba centrales para apuntalarse: darle poder al ejército y darle poder a la vez a la organización partidaria del pueblo. En el primer caso, el ejército se fue convirtiendo en una verdadera muralla protectora del gobierno, y considerando que ambos eran sustentables el uno del otro. En el segundo caso, surgieron, desde la base poblacional, organizaciones partidarias de múltiples tipos que constituyeron con su presencia y acción un sistema de participación democrática altamente fortalecido que ha resistido, firme, los ataques del imperialismo yanqui, aliado con grupos reaccionarios internos y con algunos gobiernos latinoamericanos. El chavismo hasta hoy se mantiene con Maduro en su segundo periodo de gobierno, pese al hostigamiento continuo del capitalismo particularmente norteamericano.
El camino, como se ve, no fue fácil y ha estado sujeto a vaivenes múltiples y de diversa naturaleza, pero hasta hoy se mantiene imbatible.
Hay similitudes, algunas, con el régimen actual del país, pero las diferencias entre ambos son marcadas, comenzando por una cuestión central: mientras Chávez mantuvo en mente siempre la defensa del petróleo y sus materias primas con un sentido socialista, para Morena eso no es posible y el camino tiene que ir por una vía más de transición capitalista, que no conmocione tan violentamente el tejido social de la nación. Hasta hoy, treintasiete días después de su toma de posesión como gobernante oficial, esa vía, parece, le está garantizando a AMLO como gobernante un proceso de continuidad hasta hoy sin grandes turbulencias, pero también sin definirse plenamente y desde luego con conflictos con el ultraizquierdismo del EZLN (sin olvidar, claro, como escribe Lenin, que el ultraizquierdismo es sólo una máscara de la reacción… salinasdegortarista).
¿Entre ambas agrupaciones de concepción izquierdista habrá posibilidades de diálogo y conciliación?
En tal sentido, lo que entra a discusión es cómo consolidar el poder una vez obtenido, ¿qué tipo de organización se debe integrar para no sólo llevar a cabo los planes de corto plazo que buscan ponerse en práctica –y que están haciendo sufrir hoy al gobierno de López Obrador: EZLN, huachicoleo, zona franca, Romo y sus deseos–, sino más que nada, y fundamentalmente, cómo consolidar a tiempo futuro lo que se tiene en el presente, pues ése es el verdadero sentido del poder, recuerdo que esa fue la última plática que sostuve con una compañera venezolana, académica de una universidad militar de Caracas sobre el poder político y su sentido y para quien, justamente, apoyo militar y apoyo popular organizado eran los dos pilares para sostener en América Latina a los gobiernos de izquierda que comenzaban a surgir.
Entre otras cosas, seguramente eso fue lo que el sábado pasado discutieron un grupo amplio de compañeros interesados en crear un nuevo partido político, el Partido Socialista, que busca contribuir a consolidar el proyecto político de López Obrador, entendido que en torno a él se integra hoy el grupo en el poder del país. Habría que darle la bienvenida a esta agrupación.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx