jueves, abril 25, 2024

ISEGORÍA: ¿Por qué adiós al Estado?

Sergio Gómez Montero*
Harto de la tiranía de mis manos
se deslizó al suelo
Dispuesto al campo sembrado de sus esquirlas
N. Abada: “Loza y cristalería”

La tendencia comenzó a ser manifiesta con Miguel de la Madrid y desde allí se incrementó, de acuerdo con lo que, entre otros, Friedman y Fukuyama recomendaban: reducir a su mínima expresión, a cuestiones puramente administrativas (burocracia pura, pues) la presencia del Estado en el gobierno, sin que interviniera, para nada, en cuestiones económicas, dejándole al mercado y a los monetaristas el manejo de tales cuestiones tan delicadas, según ellos. A partir de ese momento (de principios de los ochentas hasta 2018) el neoliberalismo tuvo un reinado brutal (fundado en la corrupción y en los fraudes de todo tipo), a grado tal que ese año electoral (2018) la población del país explotó y dijo ¡basta! a los excesos cometidos por los gobiernos prianistas de esa época (y en particular el sexenio de Enrique Peña Nieto), de castigo total para la mayoría de la población del país.
Como se sabe, la herencia de esos años fue una debacle total tanto desde el punto de vista material, como espiritual y moral: un país destrozado física y espiritualmente, al que ha sido muy difícil levantar en dos años de un gobierno que, con pandemia y todo, ha tratado de impulsar nuevas formas de organizar a una sociedad muy golpeada económicamente, disminuida en lo moral y con poco ánimo para emprender las tareas de recomposición social que urge impulsar y que ha impedido, entre otras muchas cosas, que la presencia política del caudillo (AMLO) sea sustituida por una imagen plural (partido, organización de masas) que permita refractar allí el impulso masivo que se necesita para levantar al nuevo edificio o red social que el país requiere para comenzar a ser otro, mucho más sano y más fuerte que aquél que heredaron los nefastos gobiernos neoliberales que nos gobernaron durante más de treinta años y que hoy buscan volver, a toda costa, en las próximas elecciones de 2021 (o cuando se pueda y como se pueda) con la nefasta e infame alianza PRI, PAN, PRD y Vamos por México (o México Sí, como gusten).
Nada, pues, de lo que políticamente hoy se disputa es gratuito; todo tiene dedicatoria, provenga de donde provenga. Así, por ejemplo, el empeño del INE por reducir a su mínima expresión la presencia de AMLO es una tarea tendenciosa (reducirle a como dé lugar votos a Morena en las elecciones próximas) pero inútil, porque esa presencia está arraigada en la conciencia nacional y si es que eventualmente se lograra, por ejemplo, cancelar las “mañaneras” ello operaría en sentido contrario, pues sólo serviría para fortalecer, vía el sacrificio, la presencia del caudillo, inútilmente sacrificado por el supuesto árbitro (que nada tiene de imparcial) electoral.
Por otro lado, la reversión que hoy se intenta –propugnar porque el Estado tenga de nuevo una presencia rectora, moral y económica, en el gobierno de la 4T–, dando pasos como el reintentar que los órganos supuestamente autónomos e independientes (vendidos siempre al mejor postor) de la administración pública se reincorporen a su cabeza de sector, de la cual nunca debieron desprenderse, es un paso ineludible para darle así fortaleza a una nueva administración pública que opere realmente en beneficio del conjunto de la población y no de sectores privilegiados (y corruptos) de ella (esos que tendenciosamente se disfrazan de “sociedad civil”).
Así pues, paso a pasito, pero la 4T, duélale a quien le duela, avanza a paso firme.

*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx

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