viernes, marzo 29, 2024

ISEGORÍA: Política sin línea

Sergio Gómez Montero*

Acodados en el grito avanzan

multitudes en las calles,

pancartas de justicia los hermanan

R. Landa: “Avanzan”

Como parte de la agitación política que se está dejando sentir por estos días en el país, sonaron extrañas (lo menos) las palabras del presidente López Obrador al referirse a la votación registrada en el Senado de la república al aprobarse por más de cien votos a favor y sólo cinco en contra el famoso nuevo acuerdo comercial T-MEC, que demostró, según el Presidente del país, que ya en el país no hay “línea” para actuar políticamente, dado que de los cinco votos en contra de la ratificación del nuevo Tratado fueron por parte de militantes de su partido político. ¿Cierto? Dudoso, al menos. dado el escaso número de las que votaron en contra (puras mujeres, cierto). Pero no es ése el problema.

El problema es si existe o no “línea”, hoy, en la vida política del país. Sería ingenuo suponer que en efecto la “línea” ha dejado de existir, si, por ejemplo, tomamos en cuenta las declaraciones que por estos días expresó el doctor José Narro Robles al dejar a su partido de toda la vida, el PRI, luego de que éste no sólo le volteó la espalda sino le jugó muy rudo para dejarlo fuera por la carrera para dirigir al partido tricolor, precisamente porque la “línea” fue otra, según Narro, porque hubo intervención del Poder Ejecutivo del Estado para favorecer al principal contendiente de Narro. Es decir, la “línea” se trazó desde Palacio Nacional.

Dos cosas, pues, aquí, vale la pena señalar. Primero, la política partidaria actual, en México, no puede escapar al estigma de la “línea”, que no es otra cosa que el mandato supremo (que a veces nadie sabe de dónde viene) al cual todos los miembros de una determinada organización política se someten, exista o no razón en esa “línea”. Ese sometimiento es una cuestión disciplinaria a la que haces caso o haces caso, y si no te vas a jugar a otro equipo (sí, como le sucedió a Narro y a Pagés). La “línea”, pues, es consustancial a los partidos políticos, Dos. Lo anterior significa que si en verdad se quiere que la “línea” desaparezca se requiere que los partidos políticos desaparezcan, pues uno de los mecanismos sustantivos para que éstos funcionen es precisamente la “línea”, y lo uno no funciona sin lo otro.

¿Qué significa apostarle hoy, en México, a la desaparición de los partidos políticos? Significa una cosa muy trascendente, que no todos parecen querer (menos que nadie los partidos políticos tradicionales): significa comenzar a jugar a la política con reglas diferentes en donde los partidos dejan de ser tales y se convierten en organismos colegiados, de intensa discusión interna, en donde el caudillismo queda obviamente desterrado y la discusión política se intensifica para dar paso a acuerdos colectivos que todos los miembros de los nuevos organismos acatan. Es así como surgen los consejos populares.

Se dice, en efecto, que hoy no se puede pugnar por la existencia de los Consejos, dado que ellos fueron ya borrados por la Historia. Pero a veces los juicios de la Historia no pueden ser tan contundentes ni procaces. Siempre hay posibilidades de regreso. ¿O qué si no regreso es que al PRI le impongan “línea” desde fuera? ¿Será que el Espíritu Santo intervino allí?

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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