jueves, marzo 28, 2024

ISEGORÍA: Los días por venir

Sergio Gómez Montero*

Son las víctimas de los poderes

Narcisistas del hombre.

Jóvenes como tú, equivalentes tuyos

J. Lobillo: “IV”

En memoria de María Bertely

A veces cuesta trabajo escribir, porque en lo que creo no se concreta, no toma forma, quizá porque el gobierno es mucho más difícil de lo imaginado e implica ceder en cuestiones de principios que uno considera esenciales y por eso, en ese sentido, uno siempre le apuesta al futuro como factor de salvación: si hoy no se pudo, mañana será. Por ejemplo, el que hasta hoy no haya castigo para quienes han cometido delitos en contra de la Nación (tan simple como el huachicoleo: ¿en dónde está un sólo detenido?) definitivamente no suena bien, porque eso sólo implica debilidad por parte de quien tiene en sus manos las riendas del país. Lo mismo puede decirse de los sesgos con que se dirige la administración pública, en donde se dificulta ocasionalmente designar a un funcionario público de segundo nivel o se cuestiona el funcionamiento de las estancias infantiles o de la Guardia Nacional. Poner, pues, a funcionar hoy la administración pública se ha visto acompañado de una guerrilla comunicacional muy intensa, cuyo interés pareciera ser crear inestabilidad extrema en esta etapa de despegue de la transición.

¿Por qué eso que se pudieran calificar de titubeos en un arranque que, a la vuelta de la esquina, tendrá que enfrentar muy pronto lo que varios analistas que escriben sobre cuestiones de economía en las páginas electrónicas de este diario ya han señalado y que no deparan nada bueno, lo que también va a causar revuelo en la vida diaria de la Nación? ¿Será suficiente el pacto de no agresión y colaboración que se firmó ayer entre los empresarios y el Presidente, con el aval de Arturo Romo para que las nubarrones que hoy se vislumbran no se conviertan en tormentas en el mediano plazo, que le creen borrascas inútiles a un gobierno que busca desprenderse del pasado neoliberal del que proviene? Es decir, de nueva cuenta el futuro inmediato sigue siendo gris, opaco, a menos que en el corto plazo se logre estabilizar la vida diaria de un país que se muestra insumiso y rebelde, y más aún porque en términos de organización política ni internamente se logra mostrar que la navegación gubernamental se lleva a cabo con relativa tranquilidad ni lo que es más significativo: las fuerzas políticas que se agrupan en el partido en el poder y actúan sobre todo en las Cámaras del Congreso logran mostrar la fuerza y coherencia suficiente para sacar adelante las propuestas de gobierno que le permitan al Presidente consolidar la fuerza política que tanta falta le hace (hacer lo que se acaba de hacer en Baja California para entregarle a Jaime Bonilla el gobierno del estado, fue deleznable realmente).

No es pues fácil la tarea que tiene por delante la actual administración pública. Se sabía que ello iba a ser así desde el momento que tomó posesión de su cargo. Todos sabíamos las presiones a que iba a estar sometido por parte de sus enemigos (y algunos supuestos amigos), quienes iban a sabotear todas sus acciones de gobierno, y que precisamente por ello debía ser cauteloso, pero sobre todo lleno de habilidad, a la hora de actuar es un consejo que se mantiene vigente. Frente a un futuro que no se presenta precisamente alentador y optimista, sin duda habrá que vislumbrar con mucha agudeza que es lo que hay que cambiar y ajustar para que ese futuro se despeje y tienda a ser cada vez más claro y alentador.

Al país le hace falta que así sea.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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