miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: Los años por venir

Sergio Gómez Montero*
nuestra generación no conoció la seda o el lino
sino la arpillera
nuestra generación no bebió más que el calostro
P. de Oraá: “Nuestra generación”

Después de un año y seguir adelante es, sin duda, un triunfo, al margen de que, a ratos, se haya tenido que ceder (un paso adelante y dos atrás) para así consolidar el proyecto de país que se construirá en seis años de gobierno, que se espera sean los que dure el régimen de la Cuarta Transformación, al margen de los opositores de izquierda y derecha (éstos los más rabiosos de la comarca periodística, quienes no se miden con sus críticas y sus marchitas), necios en ver si así logran concretar su sueño guajiro de derrocar, como sea, a López Obrador.
¿Cómo ver el futuro a partir de un presente al cual sus enemigos cubiertos y encubiertos no se han cansado de ponerle trampas cada vez que tienen oportunidad de hacerlo, como si esa fuera la única tarea de ellos? ¿Por qué no dejan gobernar y esperan un tiempo prudente para esperar los resultados y entonces sí ejecutar sus críticas, pero con bases? Sí, se puede argumentar que hoy, a diferencia de principios del XX, la crítica es pacífica y no se ejecuta con la violencia de aquel entonces en contra de los miembros de los movimientos obrero y campesino, a quienes no se les permitía ni asomar la cabeza, pero quienes, a pesar de eso, nunca dejaron de luchar. Ni entonces ni ahora quienes queremos ponerle un alto al capitalismo dejaremos de luchar, pues sabemos que ese principio, el de la lucha, es el que busca y provoca los cambios que la sociedad necesita para que en un futuro lo más cercano posible sea ella más justa y provoque la igualdad que tanta falta hace. Ese futuro, desde luego, no se cumplirá en cinco años, pero sí, la lucha que en cinco años se puede dar sí puede provocar cambios sustantivos tanto en el país como, igualmente importante, en América Latina (Argentina) como en otros países del mundo de la órbita capitalista (como España, que tan significativa es para nosotros). De ahí la importancia de un año del régimen de López Obrador, la transición que ha iniciado muestra no sólo la pertinencia de nuevos regímenes de gobierno como los de él (Argentina es hoy ejemplo de ello), sino que también muestra que la base de ello es la lucha, pues para aguantar este año de gobierno implicó luchar arduamente en contra de quienes, necios y traidores, se niegan a aceptar los cambios sociales positivos que el nuevo régimen ha generado y los varios que se espera se generen a partir del año próximo, si es que los grupos que se oponen a la mayoría del país dejan que se gobierne en paz y tranquilidad.
Dos son hoy las deudas más sensibles que subsisten: seguridad y crecimiento. La primera se irá saldando, sí, con la estrategia actual, de paz a toda costa, para atacar la raíz del problema se mantiene; a ello, quizá, habría que añadirle el castigo para quienes violan impunemente la ley y que la misma ley señala (de algo serviría aumentar las penas actuales para esos delitos), pues ésa no debe ser una conducta permitida socialmente. La segunda, el crecimiento, puede ser más complicada, pues allí intervienen variables económicas diversas, difíciles de controlar sólo internamente (deuda, inversión y distribución justa de la riqueza). Es cierto, eso conlleva el fin del capitalismo, que se está tambaleando, es cierto, pero que se niega y se va a seguir negando a sucumbir. Es decir que la lucha nos espera por largos años aún.
*profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx

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