martes, diciembre 3, 2024

ISEGORÍA: La politización de la vida diaria

Sergio Gómez Montero*

Y me dejaron
halado el rostro
y en los ojos
dos avecillas frescas

  1. Pausides: “Ceremonias”

La manera de enfrentar a la 4T a partir de los resultados obtenidos tiene que ser necesariamente crítica, tomando en cuenta las cifras que reportan dos indicadores principales de la vida social del país: la economía y la seguridad pública, y cerca de ellos, muy cerca, la vida política en general. Por dónde se le vea, al analizar esos tres indicadores, la vida diaria del país registra una tendencia a la baja bastante significativa, al margen de que otros indicadores son también preocupantes (austeridad. bienestar, salud, vida sindical, entre otros).

Pero, más allá de los números que ilustran a esos indicadores, atrás de ellos existe un contenido político altamente significativo que está lesionando, quiérase o no, de manera sensible al gobierno actual. Es decir, no son tanto los números, fríos y calculadores, los que preocupan. Lo que preocupa es: ¿qué hay atrás de esa frialdad numérica? Lo más sensible, aunque difícil de medir, pues no son sensaciones inmediatas (léase sobre medición e ideología, por ejemplo, el texto de la profesora Cristina Guerra denominado “Modelos epistemológicos y metodológicos en el desarrollo de la Historia”) es la paulatina caída del entusiasmo original que cobra sus cuentas con los subsecuentes ejercicios electorales, que de un ejercicio a otro hace que los resultados pasen de un polo al que le es totalmente antagónico sin explicación posible aparente, aunque uno sepa o intuya, en la realidad, que eso se debe al descuido político que se tuvo a la hora de gobernar, como si el gobernar, por sí solo, fuera suficiente para conservar el poder en un sistema electoral de democracia representativa. Esas lecciones básicas de política que ayudan a entender la frialdad de los números y a darle su dimensión real a la tarea de gobernar son las que hoy, aparentemente, tiene olvidadas el gobierno de las 4T, que se niega a ver lo que hoy, cotidianamente, pasa en el país.

Véase así, por ejemplo, el desconcierto que causa la inseguridad pública, por decir algo, en cuatro lugares representativos del país: ciudad de México, Michoacán, Tamaulipas y Tijuana (por no mencionar Jalisco, Veracruz, Chiapas y Guanajuato). Otra causa de inquietud manifiesta no sólo mal explicada, sino ocasionalmente negada es la recesión económica, fenómeno hoy mundial que afecta en particular a la economía capitalista y que por eso se deja sentir de manera manifiesta en la economía del país, la que con ser una economía de transición no es ajena a esa recesión. Así también, dentro de las inquietudes nacionales de carácter político habría que mencionar la manera tan desaseada con que se está manejando el obrar diario de MORNA, que quiérase que no es la organización política mayoritaria del país y cuya sucesión directiva es hoy un proceso sucio, desaseado, carente de credibilidad, exactamente lo mismo que está pasando en Baja California, en donde el señor Bonilla, al no sujetarse a lo que constitucionalmente está establecido, tiene al estado en vilo y en donde, en este momento, nadie sabemos si es conveniente que tal alimaña gobierne a la entidad.

¿Gobernar a un país tiene sentido? ¿Ese es el país que se quería gobernar?, ¿Quién lo ha llevado a tal estado de crispación? ¿Es que acaso, políticamente, se ha tenido el cuidado necesario para gobernarlo? ¿Quién lo sabe?

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboa@yahoo.com.mx

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