Sergio Gómez Montero
cargo en mi cuerpo una mujer inválida que baila
cuando duerme
L. Yasán: “Tracción a sangre”
La política tiene, como tal, muchos juegos ocultos que sólo los iniciados y quienes acumulan experiencia en ella logran descifrar. Más oculta se ha vuelto desde que ella opera cubierta por el manto de la democracia representativa, que no sólo la ha tornado misteriosa, mágica, oculta, sino también cínica a la hora de repartir las prebendas que le permiten operar de una manera cómplice con el poder económico, dando así origen a los más lucrativos y por ello mismo corruptos negocios de la actualidad. La dupla así de político profesional y empresario corrupto es en la actualidad de lo más común y socorrido. Por eso el hacer político actual –todo el hacer político que se cubre (y encubre) bajo el manto de la democracia representativa– es una especie de pirinola que tiene una sola cara: TODOS GANAN…, menos el pueblo; él siempre pierde.
Triste ejemplo de ello se registró este fin de semana, cuando dos de las alianzas registradas para la próxima contienda electoral –la del PAN, PRD y MC, “Por México al frente” y la de Morena, PT y PES: “Juntos haremos historia”– registraron a quienes van a ser sus candidatos plurinominales a las diputaciones y senadurías y que, eventualmente, les tocarán 3 o 6 años de disfrutar los beneficios que implican los puestos de representación popular sin hacer campaña, tanto el salario real (lo menos, que es mucho) como el nominal (que no se conoce pero es mucho), que deviene de todos los negocios corruptos que se realizan al amparo de los puestos de elección popular. Si se analizan esas listas, uno puede darse cuenta que esos puestos no los ocupan precisamente gente con experiencia política o demostrada capacidad intelectual, que originalmente Jesús Reyes Heroles (o sea la ley) exigía a quienes iban a ocupar esos cargos (lo que explica por qué no se les exigía el compromiso de hacer campaña). La representación plurinominal virtualmente anulaba así el cargo de asesores que desde aquel entonces, 1977 aproximadamente, pululaban ya en las cámaras, dentro y fuera de ellas (los lobbys funcionaban mucho con ellos).
Hoy, un análisis de la lista de candidatos a plurinominales da pena: quienes se proponen son cartas quemadas, son diferentes políticos que no se distinguen particularmente ni por su experiencia ni mucho menos por su inteligencia políticas, como si su propuesta tuviera una sola finalidad: darle continuidad a un sistema político propiciador de la corrupción y ajeno totalmente a los cambios que requiere el país en el corto y el mediano plazo. Eso, pues, de jugar al tío Lolo con lo de las plurinominales muy ajeno es a lo que, en sus discursos dominicales de toma de posesión como candidatos oficiales pronunciaron López Obrador, Anaya y Meade, en donde el eje de esos tres discursos fue la lucha contra la corrupción, pero que en la vía de los hechos (las plurinominales) la práctica política de esos candidatos implica todo lo contrario: están sometidos al sistema corrupto que nos gobierna.
¡Qué tristeza!, ¿no?
*Profesor Jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx