jueves, marzo 28, 2024

ISEGORÍA: Hasta dónde la transición

Sergio Gómez Montero*
La angustia era una flor negra, inmensa,
carnívora
que crecía dentro de nosotras
P. Colchado: “Tizne”

Es tiempo, ya, de comenzar a definir el futuro inmediato. El qué debemos impulsar ahora que ya nuestros enemigos definen el qué harán para cuando el calendario marque el inicio de la próxima carrera electoral (fines del 23 y principios del 24), cuando sueñan que será posible –encabezada por ellos, claro– construir una alianza antimorenista con el PRI, el PAN, los restos del PRD y, si logran convencerlo, el MC. Como candidatos de esa olla de tamales diversos, hasta hoy sólo están anotados panistas de diversa catadura, que van desde Santiago Creel hasta el chimoltrufo Ricardo Anaya. Lo anterior conlleva llevar al extremo lo que ya hoy se adivina: el fin de una vida partidaria que da pena ajena, sustituida hoy por grupos empresariales de lo más corruptos y reaccionarios.
Mientras, Morena hasta hoy, todavía, vela sus armas sin quererlas mostrar, pues apenas está en la etapa de definir el quién encabezará a sus huestes.
Aunque, es obvio, por parte de Morena continuar con la transición pareciera ser la estrategia que se antoja como la más obvia para construir el próximo programa de gobierno con el cual convencer a la ciudadanía, que mayoritariamente, como en el 2018, votará por ella. Pero allí el problema se concentra en el cómo continuar con la transición: de una manera suave y con altibajos diversos, como pareciera ser la apuesta de Ebrard y Monreal, o darle continuidad de una manera más intensa y radical (aunque sin romper aún totalmente con los empresarios que mantienen vivo al aparato productivo del país) con lo cual pareciera identificarse Sheinbaum. No es pues tan sencillo el dilema, ya que si bien ambas propuestas se identifican con la continuidad de la transición, en el cómo llevar a cabo esa transición si hay diferencias de fondo, que si bien aún no se conocen con precisión, si por la trayectoria de los personajes ya se adivinan y en eso radica el dilema de cómo es que se habrá de definir el quién será el candidato de Morena.
Ahora bien, tratando de adivinar un poco al respecto en términos de qué es lo que más convendría al país, allí pareciera sustantivo acelerar el paso para que la transición en la que hoy está inscrito el programa de gobierno actual, los próximos seis años sólo le queda acelerar el paso para dejar atrás la anticorrupción y la austeridad e iniciar el camino para que la polarización de la riqueza todavía vigente se matice y el país se inscriba por una ruta que lo diferencie definitivamente de la organización capitalista, apoyado en una amistad más estrecha con las economías emergentes como la china, la rusa, la india y otras del oriente lejano, así como con nuestros hermanos latinoamericanos, sin romper los lazos de amistad y respeto que mantenemos con nuestro vecino del norte y guardando sobre todo un clima de seguridad interna basado en un cuidado extremo de las necesidades de la población.
El panorama político del futuro inmediato parece así definido y la lucha se inclina a darse más que nada hacia el interior de Morena, cuya tarea será conquistar con relativa facilidad a los Poderes Ejecutivo y Legislativo que estarán en juego en el próximo proceso electoral.
El futuro está dibujado. Los electores tendrán la última palabra.

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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