Sergio Gómez Montero*
Ya que no hablamos para ser escuchados
Sino para que los demás hablen
N. Parra: “Solo de piano”
En memoria de Marielle Franco
Hace años me tocó pensar en cómo, en la realidad, se gobernaba el país una vez que el Presidente, luego de la reforma de Reyes Heroles el padre, permitió a principios de los setentas que a las cámaras, paulatinamente, fuese llegando una oposición muy controlada y sometida. Esa paulatina desaparición del poder total que era el presidencialismo para darle paso a un poder compartido por las cámaras –aún a nivel estatal– dio origen a nueva fórmulas de gobierno, en donde esa negociación originó un incremento brutal de nuevas fórmulas de corrupción agudamente sucias y extendidas.
Esa compartimentación del poder también llevó, por ende y por principio, a que las negociaciones políticas se multiplicaran de manera sensible: al interior de los partidos y paulatinamente cada vez más entre los partidos: te doy, pero me das; hasta llegar a lo que hoy se llama los gobiernos divididos, en donde un factor muy importante es tener a favor del gobierno presidencial (el Ejecutivo) a las cámaras, o sea el Legislativo, dejándole al Judicial un lugar marginal. Por eso el pasado domingo 18 fue crucial. Díganlo si no la selección de las listas a candidatos plurinominales de ambas cámaras, que de una u otra manera perfilaron el cómo se va a gobernar el país al menos los próximos seis años a partir del gobierno divido que será el nuestro luego del 1 de julio de este año.
Por eso fue significativo sobre todo el paseo dominical a que fueron sometidas a la fuerza las huestes del PRI (de la CDMX al estado de México y de regreso a la CDMX) para darles a conocer la noticia de que el poder sólo va a tener una finalidad el sexenio próximo (¡surprise!): no, no cubrirle las espaldas a Meade (¿ya lo dieron por perdido?), sino definitivamente ir todos por Peña Nieto, que nadie lo toque (ni Meade) ni con el pétalo de una rosa (que esa amenaza del fuero a él no lo toque, que no se le ocurra a nadie). ¿Gobernará pues alguna vez el candidato del PRI o su campaña seguirá siendo ficción pura?
Hasta hoy, la existencia de gobiernos divididos no había originado lo que actualmente está pasando: que un gobierno (el de Peña Nieto) impida que el que lo va a suceder (supuestamente el de Meade) alcance el poder dada su debilidad política, y dado que ello haya llevado a que su suplente supuesto (en este caso Ricardo Anaya) no tenga hasta hoy la fuerza suficiente ni para prepararlo como mártir de semana santa luego de la persecución irrisoria a que fue sometido por la PGR. Comedia de risa loca, que desde luego, hasta hoy, nadie nos hemos tragado.
No, no hay que ser eruditos en política para conocer las comedias de nuestros días. ¿O sí?
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx