sábado, diciembre 14, 2024

ISEGORÍA: Evitar un futuro previsible

Sergio Gómez Montero*
Mi naturaleza logra destruir lo que amo
Es un círculo
Me arrastra Me observa y Me delata
E. Hernández: “Lo puedo dejar en la poética”

Me imagino que fue, sin duda, un acto trascendente y de gran simbolismo la entrega, a los sobrevivientes del 68, de los expedientes que el deleznable CISEN (ya desaparecido para bien de todos) tenía de ellos. Sin duda, los años de lucha, tuvieron que haber pensado, cincuenta y dos años después, bien que valieron la pena.
Pero también, frente a la realidad actual, que entre otras cosas configura un presente cada vez más preciso y ominoso, uno necesariamente se pregunta: ¿nada se puede hacer para evitar que avancen los intentos continuos y sin freno, que a toda costa buscan sabotear ilegalmente el presente político del país, al igual que lo hicieron cuando Dilma en Brasil, Evo en Bolivia o Correa en Ecuador? ¿Si ese presente ya está aquí, qué se debe de hacer para evitarlo? A qué presente me refiero aquí: al que busca politizar, a la mala, todo, absolutamente todo lo que en el país sucede: desde un hecho de sangre provocado por el narcotráfico, hasta el asalto masivo de medicamentos para combatir el cáncer en los infantes o la toma de calles y plazas con casas de campaña vacías para enfrentarse a AMLO o el uso de golpeadores y golpeadoras para así agredir y provocar a policías (muchas veces mujeres); junto, lo anterior, con los aspavientos de algunos dirigentes empresariales (De Hoyos Walter, Claudio X. González) y los dardos provocadores de periodistas dedicados precisamente al saboteo y la provocación (Sarmiento, Ramírez y varios más), quienes, necios, creen que hasta hoy su actitud complotista no está al descubierto.
Sin duda, entre la clase media del país hay descontento (no generalizado, pero en partículas lo hay) por la manera en que se está conduciendo a la república y que, a diferencia de años antes, al proteger primero que nada al consumo (con endeudamientos que han sido fatales para el país) favorecía a esa clase media, cada vez más empobrecida en la medida que su vida estaba cada vez más basada en el crédito y era así que, año con año, hacía crecer el número de pobres y polarizaba el ingreso.
Ese país destruido (desde la conquista y la colonia) que heredó el gobierno actual es con el que hoy se trabaja y al cual, sin duda, costará mucho trabajo sacar adelante, si se añade a sus penurias económicas, la tarea de zapa de los saboteadores de todo tipo que pululan, como ya se mencionó, por todos los rincones de la Nación y que lo lleva a uno a pensar (vinculando aquí mi pensamiento a lo mencionado en el primer párrafo de este escrito), bueno, y hoy, las tareas de inteligencia que requiere todo Estado para proteger sus estructuras, ¿si se están llevando, se están llevando adecuadamente? Es decir. ¿quién hoy cuida que la polis funcione como debe funcionar y que su gobierno dure el tiempo que la ley establece debe estar en funciones?
Lindos margallates estos de la política, ¿no?

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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