Sergio Gómez Montero*
presa de pánico la luna acepta que los lobos
acicalen el colmillo en sus escamas
A. Corcuera: “La luna y su antiguo habitante”
Nadie en su sano juicio, después del triunfo electoral de López Obrador, esperaba de él un gobierno inclinado a medirse de frente con el capitalismo que desde años atrás venía dominando al país. Menos aún después de las pláticas sostenidas con Peña Nieto antes de tomar posesión y que hasta hoy nadie conocemos con precisión de qué trataron, pero que uno piensa en la política de amor y paz (impunidad) que se tiene respecto a ese expresidente del país. Pero eso si ayuda a explicar el por qué hasta hoy la vida diaria del país se significa por la existencia de una serie de rutinas que se mueven entre el rechazo a la corrupción y la puesta en práctica de proyectos de carácter estatista pero dentro del marco de la acumulación capitalista. ¿Por qué, pues, la existencia de esa vida diaria? ¿Por qué no se rompió hasta hoy, en serio, con la mafia en el poder.
Es decir, más allá de una cautela explicable para así acallar tanto los peligros internos como externos de un capitalismo que no ha permitido a los países latinoamericanos que lo han intentado (a excepción de Cuba y con titubeos Bolivia) romper a fondo con ese capitalismo que considera a nuestra región como dominio sólo de él. Es decir, conociendo la suerte de Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador es explicable que la vida del país con López Obrador hasta hoy se mantenga muy vinculada, en esencia, con proyectos de desarrollo que quisieran satisfacer indistintamente a los grupos de poder económico y con migajas asistencialistas a los sectores tradicionalmente marginados de la población, quienes hasta hoy se mantienen marginados de una participación real en la economía del país y menos aún, en términos reales, de la política nacional, en donde lo que sigue dominando es el partidarismo que tanto daño ha causado a la vida política del país en su conjunto.
Eso, pues, es lo que desde hace rato desconcierta del gobierno hasta hoy ejercido por AMLO, cuya cautela sólo se explica en los términos aquí planteados y que uno debe de preguntarse si eso es lo que esperábamos del gobierno mencionado o si nuestras expectativas eran otras; expectativas por las que hay que seguir luchando de aquí en adelante, pues lo hasta hoy existente no nos deja satisfechos, pues el gobierno considera que ello, lo que hace falta, son propuestas radicales y extremistas y se inclina, como hoy en Baja California, por imponer un gobierno de expriistas y expanistas liderados por un empresario que se dice miembro de Morena .
Es decir, no romper hasta hoy con la vida diaria puede que garantice el ejercicio de gobernar, aunque ese ejercicio se limite sólo a darle un rostro diferente al capitalismo que nos domina como país desde años atrás. Si estamos satisfechos con ello, pues ni moverle; pero si no, creo que es hora, otra vez, desde abajo y a la izquierda, de tratar de cambiar la vida diaria del país, lo cual cuenta, particularmente, para quienes se mueven bajo el paraguas político que se abrió desde el pasado primero de julio.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx