miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: ¿Descontento social o descontento conservados?

Sergio Gómez Montero*
La lluvia es Dios.
Con mano una de piedad
y de furia la otra
M/ Silber: “Lluvia”

En un texto –excelente– que publica hoy (lunes) Martha Patricia Montero en FB lo hace a uno pensar en la extrañeza de lo extraño (si leen ese texto se darán cuenta de por qué ello no es redundante) en estos días de enfermedad de nuestra vida cotidiana, a la vez que, a mí, me llevó a recordar tres textos que por estos días me ha tocado leer y releer: uno de Zizek: “Aprender a vivir sin maestros”, otro de Harari relativamente nuevo: 21 lecciones para el siglo XXI, y volver a leer uno clásico, La peste de Camus, así como para levantar el ánimo en estos días en que muchos, parece, han perdido el centro de él y quieren que el pasado vuelva a predominar.
Así, cuando un tejido social se encuentra tan desmadejado, como hoy lo está el del país, fácil es confundir el todo con las partes y suponer, así, que las segundas pueden ser el primero, como hoy sucede, cuando se supone que el descontento que hoy priva entre los sectores conservadores de la sociedad, priva por igual entre todos los sectores de la población. O es, al menos, lo que esos sectores y sus voceros interesados difunden a través de los medios que controlan desde el domingo en la tarde, luego del informe trimestral que rindió López Obrador, cuando afirmó, entre otras cosas, algo que ya había señalado otras veces: no habrá salvamento para los empresarios del país, quienes en ocasiones anteriores aprovecharon esos salvamentos para incrementar salvajemente su riqueza.

Y es verdad, una de las tareas esenciales del Estado en los regímenes republicanos como el nuestro, como lo establece la Constitución, es garantizar el estado de Derecho para, entre otras cosas, lograr que, en términos de relaciones humanas, prevalezca la justicia, lo cual quiere decir, en otras palabras, que el bienestar de todos los pobladores de la Nación prevalezca por sobre todas las cosas y que en ello debe empeñar todos sus esfuerzos. Ese, en tales regímenes, debiera ser la tarea primordial del Estado y en ello se deben centrar todas sus tareas. O lo entendemos así o no hemos entendido en qué estado de Derecho vivimos.

El que no haya sido así durante los largos años de neoliberalismo es otra cosa, que propició la polarización de la riqueza y una extensión insultante de la pobreza; años durante los cuales los empresarios, al margen del estado de Derecho y pisoteado impunemente al Estado mandaban decir qué era lo que se hacía y qué se dejaba de hacer, por eso, hoy que las cosas poco a poco están cambiando y lo que dice la Constitución se vuelve a aplicar, a quienes más molesta es precisamente a los empresarios, quienes extrañan los tiempo inmediatos anteriores, cuando ellos tenían el sartén por el mango y cocinaban la vida nacional sólo tomando en cuenta sus intereses.
Conservadores o no, los empresarios, todos, se deben someter, creo, a la cotidianidad (estado de Derecho) que ya no debe ser extrañeza.

*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.m,mx

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