miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: ¿Cómo cambiar la historia electoral?

Sergio Gómez Montero*

Su desolación

ahora es su dignidad; su belleza

la fría pureza de la luna

K. Hitomaro: “Poema”

¿Es toda la historia del país o tiene que ver sólo con la historia electoral? ¿Por qué nuestra historia huele tan feo y gorgotea purulencias cada vez mayores, como si el cuerpo al que hacemos referencia sufriera de infecciones que se agravan cotidianamente? ¿Por qué el país, desde hace seis años huele a podrido? Es decir que si uno se mete a las cifras éstas empeoran año con año y las que más espantan (narcotráfico, corrupción, lavado de dinero, muertos y desaparecidos) parecieran adquirir relevancia cada seis años porque en ellas particularmente los candidatos de PRI y PAN se ven involucrados cada vez más, como si ellos fueran los que propiciaran, protegieran o fueran cómplices de esos delitos, y de allí que elecciones y crimen organizado fueran una mancuerna cada vez más sólida y consolidada.

No hay pureza, pues, en el presente. Si hablamos de Ricardo Anaya, surge la impureza de los bienes raíces y el lavado de dinero; si de Meade, las múltiples triquiñuelas que la Auditoría Superior de la Federación ha descubierto (¿será ésa la razón por la cual se mantiene vacante el puesto de fiscal anticorrupción del país?) el origen de ello tiene su sede  en la SHCP. Mientras por todo el país (Jalisco, Tamaulipas, Acapulco, Tijuana) el narcotráfico deja su impronta. ¿Qué hicimos, por qué el país se hunde tan vertiginosamente?

Hace poco, en una conferencia del maestro Buscaglia en el COLEF algo se indagó al respecto y entre otras cosas se afirmó que el involucramiento cada vez mayor que existe entre instituciones y delito sería una de las causas más evidentes que existirían para explicar (nunca para justificar) la corrupción social existente en el mundo contemporáneo y particularmente hoy en México, en donde ese cáncer social se ha tornado realmente no sólo en incurable sino que su metástasis pareciera ser ya imparable. De esta manera la descomposición social del país a la vez que aumenta se torna purulenta y apestosa y hace que la población toda pierda aceleradamente la esperanza de salvarse de esa enfermedad. Pero, ¿por qué en épocas críticas como las electorales la sociedad tiende a volverse más enferma, más llena de pus, más podrida? ¿Qué es lo que la excita entonces?  La respuesta parece ser sencilla: la exacerbación de los problemas en la época electoral se correspondería con la necesidad de ver cuál es realmente la capacidad de los candidatos para resolver los problemas que aquejan a la sociedad. El acrecentamiento de la problemática social que se muestra cada seis años, es uno de los tantos signos que señala que la hora de los cambios ya no puede tardar más y que si se quiere actuar para que esos cambios se concreten es hora ya de hacerlo.

Tardarse, aumentará no sólo los hedores de la descomposición sino la descomposición misma.

*Profesor jubilado

gomeboka@yahoo.com.mx

 

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