jueves, abril 25, 2024

ISEGORÍA: Cada quien su país, cada quien su Covid

Sergio Gómez Montero*
Ven pronto, estrella y mar, música terrestre
aquí te espero y mientras llegas
empezaré a amar el porvenir
G. Valcarcel: “Carta a Violeta”

No es fácil, hoy, es cierto, vivir en un país extraño y amargo a la vez. Extraño porque todo confinamiento (si no la ha visto le recomiendo en Netflix la película “La plataforma”), por más en paz que se lleve a cabo, causa malestar y desasosiego, porque mal que bien las reglas cambian y la vida cotidiana deja de ser la misma de todos los días anteriores y el encierro forzado se torna así en un sacrificio difícil de soportar. Amargo es el país, porque la enfermedad, aunque uno no la sufra, arrastra consigo un malestar que uno no logra precisar de dónde proviene ni quién lo ocasiona: “Huele a enfermedad”, me ha tocado escuchar cuando uno descansa en su cama de paciente. Como sea, puede ser desde la singularidad de la situación, hasta el cambio de rutinas lo que desconcierta y ocasionalmente conmueve. Como sea, pero el país así a todos nos disgusta, creo, porque al menos, en esos momentos, no hay fiesta.

Tal singularidad no es la que uno desea y lo que es peor: no sabe a quién culpar por lo que pasa, lo cual es aún peor, ubicándose ahí, creo, la sobrepolitización actual de la vida diaria, en donde todos buscamos sobre quién descargar el malestar que causa la extrañeza del confinamiento forzado. Y sí, ya adivinó, a falta de mejor opción las críticas, certeras o se centran en el personaje central de la vida diaria, quien a duras penas trata de evadir lo que de buena y mala fe se acumula en su contra, sea él o no el autor de desmanes y tropelías. O las críticas se pierden en el viento Por eso, AMLO es hoy, virtualmente, el negro de la feria el que haga o deje de hacer, por una u otra causa, paga las consecuencias, mientras uno se divierte viendo cómo cabecea para evadir los jabs que por una causa u otra le hacen llegar.

¿Qué sentido tiene entonces golpear sin razón de ser, por el puro gusto de impedir que se gobierne y sin verificar el sentido de esas acciones? En términos de política no es extraño: la búsqueda del poder nunca cesa y en ese afán no importa que uno se muestre –como hoy sucede con quienes no cesan en sus ataques a AMlO obcecados y tontos ante una realidad que cotidianamente los desmiente y rebate y que termina de exhibirlos una y otra vez en sus papeles de bufones y mendaces.

Esa estrategia, hasta hoy ha fracasado de manera lamentable y lleva a preguntar: ¿no será tiempo ya de cambiarla? Habría que dejárselos de tarea a los comentócratas que no cesan de atacar a López Obrador.

Enferma, pues, la vida diaria, la vida política también se muestra enferma, cansada, harta de tener que combatir sin ánimo de hacerlo, pero obligada a fintar y amagar a adversarios que, sin ánimos ni siquiera logran evadir ni los golpes de sombra que sus adversarios practican y con esos es suficiente para ganar las batallas. De hecho, pues, virtualmente sin combatir hasta hoy se están ganando las batallas y acumulando sobre todo puntos para las contiendas futuras que se van a desarrollar en las urnas en el 2021 cuando ya desde hoy se puede prever que el dominio de los que hoy dominan se va a extender, a menos que se cometan errores garrafales antes de que esas contiendas se lleven a cabo.

Quizá frente a la situación que se describe, es el por qué ese afán de querer perder en buena lid de los enemigos de la 4T, que no quieren admitir que mal que bien, en épocas en que gobernar es difícil se están haciendo todos los esfuerzos posibles para llevar a cabo un gobierno que, mal que bien, en épocas aciagas para todos, busca proteger los intereses de toda la población, estando consciente de que sólo así el país podrá salir adelante.

Estar tranquilos es la consigna, porque hay un gobierno consciente y responsable al frente de la Nación. A cada quien su Covid, sin duda.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx

Artículos relacionados