Sergio Gómez Montero*
En memoria del estimado amigo y maestro Olac Fuentes Molinar
Los equipos de campaña lo saben a la perfección: los días finales de ella, de la campaña, implican echar toda la carne al asador, redoblar el paso, nadie se puede quedar de brazos cruzados, más si, aún –por el lado de la marcadamente favorita Claudia Sheinbaum– muchos son los retos por vencer. El más inmediato, desde luego, lograr una votación que supere, en promedio, los cincuenta millones de votos a favor para así demostrar no sólo que se ganaron las elecciones sino que, sobre todo, se cuenta con un apoyo popular mayoritario que, así, no pondría en duda la legitimidad de su triunfo electoral y la legitimidad de su gobierno.
Ello tiene que ser así, porque, a diferencia de otras elecciones, en ésta va de por medio no sólo el triunfo electoral, sino que éste tiene que ser de tal naturaleza que anule cualquier posibilidad de argucia jurídica que, tramposamente, busque anular la validez del proceso electoral. Que los periodistas chayoteros de siempre estén abonando, en balde, para que eso suceda, no sorprende. Sorprende, sí, el ataque porril –nadie lo ordenó, nadie sabe quién lo llevó a cabo– en contra de Palacio, supuestamente por parte de grupos de alumnos de Ayotzinapa, que contribuye sólo a tensar así el de por sí cargado ambiente electoral de estos días, que de por sí es extremadamente tirante, rígido, al margen de que, en la elección presidencial no haya duda de quien va ser la ganadora. De que de lo que se trata es de meter ruido, eso es evidente. Valdría la pena saber quiénes son los que promueven tales actos de provocación para meter la denuncia correspondiente.
Es decir, sí es normal que todos los fines de campaña se caractericen por lo ya mencionado (rigidez, tensión, sorpresa), porque todo puede llegar a suceder, como sucedió en 2018. Pero hoy el ambiente se ve atravesado por la amenaza que representa el Poder Judicial, el que se niega tonta y totalmente a ajustarse a la nueva realidad que está viviendo el país y que no tiene nada que ver con la realidad de la cual emanó el Poder mencionado: en su gran mayoría (desde jueces hasta ministros de la Corte) vinculados al nefasto neoliberalismo que durante tantos años agobió al país, y que por eso hoy está en vísperas de ser reformado, lo cual los tiene inquietos, temerosos de que, pronto, su forma de actuar ya no será posible, sino que, al fin, comenzará a actuar oportuna, imparcial, legítimamente, como siempre lo ha querido el pueblo.
Mucho, pues, depara este fin de campaña, y sin duda ya, los equipos de campaña están a todo lo que dan, preparándose con todo para lo que viene. Pero creo que hay una duda que creo es válida: ¿los ciudadanos comunes y corrientes estamos también preparados para enfrentar las borrascas (que no serán marchas rosas cursis e insustanciales) conque este periodo electoral puede terminar?
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada