Sergio Gómez Montero*
Pareciera inconcebible lo que hoy está sucediendo en la política. Cómo luego de seis años de triunfo y seis de continuidad, la política se enfrasca en nimiedades y en pleitos que en nada reflejan la fortaleza del movimiento social que se está construyendo. El que esos chismes de vecindario involucren a la próxima Presidenta, a varios directivos de Morena y trate de anidarse en Palacio habla sólo de la necesidad –¡urgente!– de revisar y reformar a fondo al sistema partidario en que se sustenta el movimiento social mencionado, conocido como de la 4T.
¿Cómo llevar a cabo tales revisión y reforma? Desde luego es responsabilidad de los militantes de tal organización partidaria (si es que se le puede llamar tal) abocarse a esas tareas con urgencia, toda vez que de no hacerlo es probable que por allí comience a decaer la fuerza que hoy tiene el movimiento social que desde hace seis años inició AMLO y al que hoy dará continuidad Sheinbaum.
¿Por qué es importante el Partido para movimientos sociales como el que hoy predomina entre nosotros? Véase, un poco antes, lo que hoy sucede en Bolivia y tómese eso como referencia; descuidar al Partido (Movimiento al Socialismo) en ese país, desde hace rato tiene al movimiento social progresista sumido en una serie de pugnas internas (y hoy externas, pues hasta el argentino Milei tiene allí metidas las manos) de las cuales hasta hoy no sabe cómo salir, pues ceder para todos allí es más costoso que unir. No hay hoy en Bolivia quien haga entender que eso es lo mejor para el país. Ni García Linera, ni Evo ni Arce son capaces de entenderlo.
Pero no es el problema de Bolivia el que aquí se quiere resaltar. Es, más cercano, se refiere a la manera en que se ha venido manejando Morena (¿partido de masas, frente amplio, sólo partido electoral?) y que pone en riesgo cada tres años o cada crisis interna no sólo al Partido sino al movimiento social todo que se alinea no detrás del Partido sino atrás del hombre o mujer que encabeza al movimiento social (lo cual no debiera ser así, pues eso implica que no hay conciencia de masas). Eso es una clara contradicción, pues, por el contrario, el Partido debiera ser el sustento de los movimientos sociales, si no éstos se convierten sólo en fábricas de empleos que funcionan mal y con muy malas artes como hoy aquí, en México y en Bolivia.
Pero no sólo lo que acaba de pasar en el Parlamento Europeo y sobre todo en Francia nos habla a la perfección de la crisis brutal por la que hoy atraviesan los partidos políticos y que, desde la izquierda, obliga necesariamente a revisar de nuevo todo aquello que los marxistas rusos y alemanes de principios del siglo XX escribieron.
Revivir hoy al revisionismo –por más que nos llamen radicales de izquierda– mucho, en cantidades inimaginables ayudaría a entender porque no, hoy, se debe hacer lo que se está haciendo.
Dura tarea tiene, pues, quien próximamente llegue a la dirección de Morena, ¿o no?
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
ISEGIRÍA: Tiempo de reformas… ¿y el Partido?
