domingo, julio 7, 2024

ISEFORÍA: Los restos de la derrota

Sergio Gómez Montero*
Mucho que levantar, sin duda, queda de la derrota del 2 de junio pasado. Camiones completos de basura faltan aún de recopilar después del derrumbe que ese día sufrió toda la derecha conservadora del país, la que tanto desde los púlpitos como de los partidos políticos clama desesperada, arañándose entre sí, por la debacle de ese día. Es así que los ejemplos surgen un día sí y el otro también, como si eso fuera un derrumbe que no dejara de frenarse.
Así, por ejemplo, el pleito del PAN entre Marko Cortés y Felipe Calderón ha sido de antología por la cantidad de insultos que entre ambos se han cruzado, sin entender ninguno de los dos las razones profundas de la derrota de su Partido en el más reciente proceso electoral. La caída de Latinus y sus enjuagues financieros para promover sus sucias y hoy fallidas campañas periodísticas en contra de la 4T es otro ejemplo palpable de derrota, como derrota también lo son los sucios manejos de Alito Moreno para conservarse ocho años en la dirección del PRI a fin de asegurarse de llevar así a ese partido al cementerio. Ejemplo de derrota lo son también los cientos de escritos periodísticos que en diferentes medios han aparecido tratando de explicar inútilmente las causas del arrasamiento que sufrieron los conservadores en el proceso electoral de referencia. Y faltan pocos días para que los impulsores de la guerra sucia salgan a la luz y hagan declaratoria de sus culpas. Dolientes todos ellos, no logran explicarse las causas de su derrota.
Pero el problema político de fondo no es el duelo ni los lloros de hoy. Creer que con eso se consuma el fin de esa tendencia conservadora sería demasiado infantil. Las raíces de la tendencia están vivas y vigentes en nuestra sociedad –permanecen los capitales que las alimentan, se conservan los procesos productivos que les dan vida, están allí los poderosos personajes que las prohíjan– y es evidente que, a la primera oportunidad, van a renacer: con otro nombre, con otros personajes impulsándola. Ese es, todavía, el destino de nuestra sociedad.
¿Pero qué tanto los lloros y lamentos de hoy significan avance social o no tiene ninguna relevancia el que ello esté sucediendo? En efecto, no se puede negar que el 2 de junio fue una victoria coyuntural muy significativa. Más, tampoco, puede sobrevalorarse ni desde el punto de vista político ni mucho menos desde el punto de vista social. Desde el punto de vista político, porque la democracia electoral es un juego de ruleta en donde indistintamente el balín puede caer en el rojo o en el negro (el domingo, en Francia, jugarán la extrema derecha y el frente de izquierda) y que no expresa nunca, con certeza, de qué manera se da en verdad la lucha por el poder, es decir por el verdadero control social. Nada cambia desde el punto de vista, porque seguimos siendo la misma sociedad injusta y desigual.
En fin, más allá de las falsas lágrimas conservadoras que por hoy se derraman en México, más nos vale seguir estudiando bien a fondo hacia dónde queremos que el país avance o bien seguiremos permitiendo que gente como Mario Delgado (el diputado que votó por la reforma educativa de Peña Nieto) ocupe el puesto de Secretario de Educación del país. Qué tristeza, ¿no?
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

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