FRANCISCO RODRÍGUEZ
Una cosa es gobernar. Otra es estar en el gobierno
Más allá de las celebraciones en el Zócalo, el desempeño del gobierno en temas de seguridad, salud, educación y economía es la principal causa del descontento ciudadano, lo que ni el “acarreo” ni las encue$ta$ a modo pueden ocultar.
Porque, como todo organismo descompuesto, como toda especie en peligro de extinción, el régimen de Cuarta… Transformación está mutando en reversa, peor que su pudrición que lo hace hacia adelante. Enseña lo peor de sus mañas proverbiales, amenaza, asusta, corrompe, destruye, en un afán en realidad insondable, seguramente predecible para mal.
Todo lo que dice y hace son afanes de última hora, viejos artilugios para permanecer eternamente. A fin de cuentas, para eludir el castigo de las urnas, para evitar el castigo merecido, el repudio del pueblo a sus rapiñas, a sus sañas inauditas, a un modo de proceder antinatura.
Escoge lo peor y lo más conocido de los viejos armatostes para enquistarse y continuar medrando. Piensa, si es que lo hace, que no puede ser descubierto, pero enseña la cola cada vez que se mueve o trata de respirar, como el que sabe que sus días de preeminencia están contados. Pero todo esfuerzo para amedrentar se le regresa como un bumerang.
El régimen modito Tepetitán ya ha sido sentenciado de antemano. Sus acciones huelen a viejo, son ampliamente repudiadas, pues de ellas se mantuvo a contrapelo de la sociedad mexicana, cansada de tanta agresión a sus principios, a su dignidad y a su integridad convaleciente. De nada sirven las amenazas de cada mañana para crear el desconcierto, para afirmar que, si no estuvieran ellos, el país caería en el caos.
Ya no le importa a qué gancho se cuelgan. Porque es bien sabido que chango viejo no aprende maroma nueva. Los corruptos son los actuales, además impúdicos y cínicos, asaltando a población abierta y a la luz de cualquier día. México está preparado para responder, porque la confianza ciudadana se agarra de los asideros para apoyar un verdadero cambio, no el de peluche y celofán que se le ofrece… y jamás se concreta.
Se burlan de los pobres
Pero atacan sin piedad, sin proporción, creyendo que todavía se amarra a los perros con longaniza, creyendo que sus ataques arteros pueden prender en caldos de cultivo que ya no les pertenecen por el abuso descarado que practican. La opinión pública les ha dado la espalda, y no hay marcha atrás.
Los mexicanos sabemos que ya pasó el tiempo de lamentarse, saben que ya es tiempo de arrimar el hombro alrededor de los que todavía conserven programa objetivo y buena fe para ejecutarlo. En el país de la desigualdad ya no tienen cabida los impostores ni los farsantes.
A pesar de que somos el país por excelencia del atraco de los empoderados, no obstante que hemos perdido innumerables batallas por la falta de identidad nacional frente al invasor, a pesar de que todavía no nos aceptamos como somos, y despreciamos el rico mosaico de nuestro mestizaje, seguimos velando armas. Estamos listos para responder con la fuerza inmejorable del sufragio popular.
Los impostores se nutren del encono y se confabulan para frenar la evolución social, para someternos. Los fascistas en el mando se burlan de los compromisos a cielo abierto con los más pobres, de la defensa del patrimonio originario. En ningún país moderno pasa esto. Hemos sido llevados al límite de la ruindad.
En búsqueda de los culpables, ya pueden irse hurgando otros pretextos para cubrir los fracasos de las empresas energéticas, hasta hace muy poco nacionales, no se le debía haber encargado la jefatura de ese sector a sujetos que, como el anterior director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, no pudieron echar a andar un abarrote refresquero en Villahermosa, pero sí saquear las arcas de la petrolera.
Se trata de la mayor industria del país, que ahora ya está en la bancarrota esperada, con un déficit financiero de tres billones de pesos, y una capacidad succionadora infame de todos los presupuestos de los programas productivos del campo y de la ciudad, esperando abalanzarse sobre las reservas monetarias.
No hay desastre sanitario, no hay emergencia nacional no declarada que alcance para justificar una catástrofe económica de esa magnitud, menos los trastupijes distractores para no darnos cuenta de lo que en realidad está pasando fuera de cuadro.
Institucionalidad hipócrita
El país está en ruinas. No hay casi nada que funcione. El daño provocado por la ignorancia y la voracidad corrupta de los mandarines de la 4T ha sido más letal que cualquier virus, que cualquier terremoto, que cualquier guerra civil, que cualquier sarracina de los grupos de la delincuencia organizada, encubiertos por el régimen de turno.
Mientras todo sucede, un par de zapatos, pantalones raídos y un plato de frijoles es lo que ofrece la concepción moderna de los huehuenches como estilo de vida de hoy y para siempre. Es el objetivo máximo que se propone para cada uno de los habitantes. Porque, dicen, como te ven te tratan, y así no puedes ser objeto de un secuestro.
Y es que, para los mamarrachos de turno, el que ostenta más recursos, genera desconfianza, produce aversión social, pero esto, de por sí es un mameluco difícil de tragar, aplica para todos, menos para el círculo familiar enriquecido, ni para la cauda de favoritos en la cima del éxito económico.
Un ideario moral, un programa inverso, surgido del trastorno límite de una personalidad atribulada por la ignorancia y el maltrato infantil. Toda una propuesta insensata de locura sobre la nueva normalidad que trata de establecerse, después de haber destruido las bases de crecimiento del país.
Una visión descarada sobre el futuro inmediato de México. AMLO, el caudillo, el que intenta y proyecta proletarizar la vida mexicana ya fijó sus objetivos. La sucesora, Claudia Sheinbaum, una dizque científica especialista en ¡estufas de leña! es, junto con el infame, igual de culpable por la hipocresía de su institucionalidad.
Son los que han guardado mutis sobre las carísimas aventuras de los juniors en Tokio a bordo de sus jets particulares, los que no critican sus Lamborghini, los que dicen odiar a los ricos y han convertido sus dos sexenios fallidos en un adoratorio chichimeca para los más feroces empresarios del llamado neoliberalismo.
Sostengo, sin duda alguna, que no puede haber político, ser humano ni habitante capaz de aguantar el estropicio verbal de un par de lenguaraces.
Está fuera de toda proporción, de todo recaudo, de toda sesera.
Lejos del mundanal ruido.
En realidad, lejos de ellos mismos.
Indicios
La señora Claudia Sheinbaum señaló este martes que su gobierno ya sostiene conversaciones con las autoridades de Estados Unidos para evitar los aranceles anunciados el lunes por el presidente Donald Trump del 25 % a todos los camiones medianos y pesados importados a partir del 1 de noviembre y que, de ser necesario, ella misma telefoneará a Donald Trump. Eso no obstante que, al paso de los meses, la voz de la señora se ha debilitado ante los oídos del inquilino de la Casa Blanca porque no ha entregado a los narcopolíticos que le han solicitado. * * * Hasta aquí por hoy. Mi reconocimiento a usted por haber leído este Índice Político. Le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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