martes, abril 23, 2024

Fanya Roitman -Fanny Kaplan- no pudo matar a Lenin

Luis Alberto García / Moscú, Rusia

* La cercanía y el culto al emperador eran habituales.
* Esa accesibilidad costó la vida a Alejandro II.
* Gran rol de las mujeres en la historia de Rusia.
* El atentado político que nunca fue esclarecido.
* Quiso demostrar que ellas eran revolucionarias.
* Detenidos, torturados y muertos, represalias de la Cheka.
“No podemos afirmar que existiese un distanciamiento entre el zar, la monarquía y la sociedad”, establecen numerosos historiadores y escritores rusos respecto al culto que se percibía alrededor del emperador, y casi siempre se culpaba de algunos asuntos a las mujeres que lo rodeaban.
“La idea de que sólo el jefe de Estado puede solucionar nuestros problemas personales se encuentra genéticamente arraigada”, sostiene Dimitri Babich, analista político, para quien esa accesibilidad resultó fatal para el zar Alejandro II, quien abolió el régimen de servidumbre en 1861.
En 1866, el monarca sobrevivió al primer intento de asesinato en un jardín en San Petersburgo; sin embargo, años más tarde el zar aún mantenía esa accesibilidad ante los ciudadanos descontentos, cuando uno de ellos, con ayuda de una mujer, finalmente logró matarlo en un puente de la ciudad en 1881.
Algo similar pudo haber ocurrido cuando Fanny Kaplan – en su acta de nacimiento Fanya Yefimovna Roitman, hija de un profesor judío- descontenta por la revolución recién nacida en 1917, atentó contra Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, cuando salía de un mitin en la factoría Michelson de Moscú.
Quería mostrar fehacientemente cómo las mujeres que participaron en la Revolución rusa en 1917 desempeñaron un papel clave antes y después del movimiento dirigido por los bolcheviques, cuyo machismo las dejaba al margen de toda participación, remitiéndolas al pasado.
Fanya, cuyo otro nombre además de Fanny era Dora Kaplan -a quien el escritor francés Jacques Baynac dedicó después su libro Los socialistas revolucionarios- disparó dos veces contra Lenin el 30 de agosto de 1918, dejando mal herido en un brazo y en las costillas al líder bolchevique con efectos que, posteriormente, resultarían serios.
Pasó a la historia luego de ser arrestada y Lenin llevado al Kremlin, logrando subir las escaleras hasta el tercer piso para ser recibido por su hermana María con la pleura y el pulmón izquierdo atravesados.
Kaplan pertenecía al grupo de los socialistas revolucionarios que no coincidía con la facción que comandaba la política tras el triunfo sobre el zarismo quienes, no conformes con haber preparado un operativo contra el jefe de la Cheka -policía política del nuevo régimen- se fueron sobre su máximo dirigente en momentos críticos para la Rusia soviética.
Félix Dzhersinski –de origen polaco y siempre fiel a Lenin- utilizó a la Cheka o Comité para Combatir la Contrarevolución y el Sabotaje (Vecheka Vserosiiskaia Komiisii Kotrerevoliutsiei Sabotazhem en ruso) en la década de 1920 y aún después, para aniquilar a los opositores mediante el terror y así consolidar el dominio bolchevique.
Lo único que se sabe de Fanny Kaplan es que, después de un primer interrogatorio en el Kremlin, a un lado de la cama donde Lenin se reponía de las heridas, fue trasladada a los sótanos de la Cheka, en la plaza Lubianka 11 cercana al Kremlin, que cobro celebridad siniestra durante años y años.
El 3 de noviembre de 1918, pieza por pieza, se había armado la teoría de la conspiración, bajo el nombre de Complot Lockart por Robert B. Lockart, diplomático inglés que –aseguraban los servicios de inteligencia- también involucraba a la embajada de Francia.
En el texto editorial del diario Izvestia se informaba a los lectores de la “intervención imperialista” contra el nuevo gobierno que no cumplía ni un año en el poder, con la guerra civil cobrando víctimas en toda la inmensidad del país. Invadido ya por los cuatro puntos cardinales, incluidas las tropas japonesas que había ocupado Vladivostok.
La Cheka sabía que Lockart –que escribiría unas memorias apasionantes y moriría en 1970 en Londres en santa paz, convertido en personaje de leyenda- fue conducido a las mazmorras de la Lubianka donde logró ver a Fanny Kaplan en una celda iluminada por una lámpara que colgaba del techo.
A manera de burla, tras una batallas política y legal, proporcionaron al diplomático el libro El Estado y la Revolución escrito por Lenin en septiembre de 1917, semanas antes de su regreso a Rusia en el famoso tren secreto que lo trajo desde Suiza: “Sus horas de la cárcel también pueden ser pedagógicas”, dijo Dzhersinski, jefe implacable de los chekistas.
Enrique Ruiz García, escritor y periodista de origen español, quien firmó como Juan María Alponte, Vida y Verdad, la biografía que retrata al dirigente revolucionario de frente y de perfil, escribió que esos momentos no invitaban a la risa, y cita a Nina Berberova, quien se refirió a lo acontecido entre agosto y septiembre de 1918 como represalia por el atentado de Fanny Kaplan.
“En esos meses, el Terror Rojo (con mayúsculas) más de 30 mil personas fueran sometidas a tortura, con cerca de seis mil 550 fusiladas, cinco mil internadas en prisiones lejos de Moscú y alrededor de cuatro mil utilizadas como rehenes…Esa fue la respuesta de la Cheka a los disparos de Fanny Kaplan”.
De su proceso sobresale el hecho el hecho de que el revólver usado en el atentado apareció después por la revelación del médico alemán que extrajo las balas del cuerpo de Vladímir Ilich, que sucesos que no correspondía a lo escrito en el informe de Dzhersinski, del cual habían sido arrancadas cuatro páginas.
El 3 de septiembre se anunció la ejecución de Fanny, cumplida la madrugada del día 4 en el patio del edificio de la plaza Lubianka número 11, sin que ella, Fanya Yefímovna, Dora Kaplan, pidiera perdón ni clemencia: su cadáver desapareció sin que se supiera su lugar de destino.

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